La UNAM dio a conocer que una computadora de la Facultad de Ingeniería (FI), encontró un nuevo número primo que se compone de 1,001,953 (un millón mil 953) dígitos o, en otras palabras, de casi la mitad de los caracteres que Miguel de Cervantes utilizó para escribir Don Quijote de la Mancha. La cifra está entre los 200 números primos más grandes que se conocen hasta ahora, algo que la misma Universidad califica de “titánico”.
El cálculo fue obtenido en apenas 18 minutos el 15 de octubre del año pasado, gracias al trabajo de una computadora ubicada en el edificio Luis G. Valdés de la FI, la cual funciona con Windows 7 (sí, en serio) y se conecta a la red de BOINC (Berkeley Open Infrastructure for Network Computing). Esta plataforma es, en realidad, lo que le permite al equipo hacer cálculos tan complejos, ya que utiliza el poder de procesamiento de miles de otras computadoras a lo largo del mundo.
La importancia de los primos
En la escuela nos enseñaron que un número primo es un número natural mayor de 1 y que sólo puede dividirse entre sí mismo y 1 (por ejemplo: 2, 3, 5, 7, 11, 13…). La pregunta entonces es ¿de que sirve encontrar un número primo de cientos de miles de dígitos? Más allá de una mera curiosidad científica o de la belleza matemática que envuelve a este tipo de cifras, hallazgos como el de la UNAM también tienen una aplicación práctica.
Los números primos suelen utilizarse en la seguridad informática, específicamente con el llamado sistema RSA. Este algoritmo, desarrollado en 1977 por científicos del MIT, es uno de los más usados en el cifrado de datos y se basa en la factorización de números enteros.
En los sistemas de criptografía cada usuario posee dos claves: una pública y una privada. Cuando el remitente obtiene la clave pública del receptor, cifra el mensaje con esa clave, y una vez que se recibe, el destinatario usa su clave privada para descifrar la información. El cifrado RSA transforma el mensaje del remitente en una cifra, producto de dos números primos grandes elegidos al azar: entre más grandes sean los números, más complicado será saber cuál es el producto de esas dos cifras y, por ende, más seguro será el sistema.
Así, la interminable carrera por encontrar nuevos números primeros es también la búsqueda de nuevas fronteras que ayuden a construir murallas digitales más altas y robustas. Algo que no es poca cosa, sobre todo en tiempos como estos, donde la vigilancia masiva es el pan nuestro de cada día.
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