Hace más de dos semanas se realizó en Melbourne, Australia, la prueba inaugural de la presente temporada y la sorpresa enorme ha corrido por parte de la Ferrari. El equipo colorado legendario fundado por Enzo, Il Commendatore, quien desde que lo concibió –con su caballito relinchando parado de manos, como símbolo de la épica más grande– lo hizo para construir esos carros formidables sobre las pistas, y también, para el disfrute celestial de otros privilegiados hijos de la buenaventura.
Quien no haya escuchado rugir dentro de su cabina el motor de uno de los cuadrúpedos de Maranello todavía no sabe lo que es un bólido verdadero.
En efecto, desde el 20 de septiembre del año 2015 en Singapur, la Scuderia italiana por excelencia, no ganaba; haciendo padecer una vigilia que los “tifosos” –enfermos del tifus de la máxima velocidad, muy contagiosa– no dudaban en reconocer como una catástrofe.
El triunfo reciente del piloto alemán Sebastian Vettel (cuatro veces monarca mundial) sobre los lomos de “Gina” -que es como bautizó a su mono-lugar rojo de este año- lo impele a demostrar que eso no ha sido como lanzar una moneda en la Fontana di Trevi. No. Lo visto en Oceanía no ha sido una chiripa: sino el renacimiento de la leyenda viva más importante del deporte motorizado.
Sin embargo, la realidad fue puesta al desnudo el pasado domingo en Shangai, China, mediante otro choque de trenes, dado la fuerza como tempestad que ha presumido Mercedes en las recientes tres campañas: el tema se dirimió por fuerza, mediante esta guerra en la paz que enfrenta al poderío automotriz de Alemania contra el de Italia; en manos de dos pilotos antagónicos: Vettel el germánico y su rival, el inglés Lewis Hamilton. Dos titanes.
Finalmente Lewis Hamilton lo consiguió. Se había propuesto recuperar la dinámica de victorias que Mercedes había perdido en la primera carrera de la temporada en Australia, y lo hizo. El piloto británico dominó la carrera de principio a fin, acertó en la estrategia de los cambios de neumáticos y ganó con claridad, mostrando la verdadera imagen de las flechas de plata. Los monoplazas alemanes siguen siendo los mejores. Pero es evidente que la diferencia con respecto a Ferrari ha quedado reducida prácticamente a la nada. Hamilton logró su 54ª victoria, la primera del año para su equipo. Pero Sebastian Vettel confirmó la recuperación de los monoplazas de Maranello y concluyó en segunda posición, tras una remontada espectacular. El podio lo completó el belga Max Verstappen, que había salido desde la 16ª posición.