En diciembre de 2022, similar a lo sucedido en otras grandes metrópolis como la Ciudad de México, la administración de Nueva York propuso una regulación para Airbnb. Su principal objetivo era dispersar los alojamientos turísticos en toda la ciudad, evitando la concentración en "zonas exclusivas", dominadas por inmuebles destinados a la famosa plataforma.
A pesar de tal iniciativa, ciudadanos y activistas neoyorquinos han señalado que estas medidas, aunque bien intencionadas, no abordan el problema fundamental que afecta a la Gran Manzana: el alto costo de la vivienda y renta. El argumento principal es que, si bien se busca ofrecer hospedajes más económicos para visitantes, las necesidades de vivienda de los residentes permanentes de Nueva York siguen sin atenderse adecuadamente.
En respuesta, se ha generado un llamado colectivo para que las autoridades reconsideren sus políticas habitacionales, con un enfoque más dirigido hacia la creación de viviendas asequibles y soluciones sostenibles que beneficien a la población local.