Desde 2022, la irrupción de la inteligencia artificial generativa, capaz de producir texto, imágenes y otros datos, ha generado una revolución global en la forma en que las sociedades e individuos interactúan con la tecnología. Sin embargo, este avance tecnológico no viene sin un costo ambiental significativo.

El fundador de la plataforma DigiEconomist, Alex de Vries, advierte sobre la creciente demanda de electricidad y agua que conlleva la capacitación y operación de herramientas de inteligencia artificial como el ChatGPT de OpenAI. Esta demanda energética plantea preocupaciones sobre la huella de carbono que estas tecnologías podrían dejar a medida que se generalicen.

Por ejemplo, la empresa de desarrollo de IA, Hugging Face, informa que su herramienta generadora de texto consumió suficiente energía durante el entrenamiento como para abastecer a 40 hogares estadounidenses durante un año. Pero la huella energética no se detiene en el entrenamiento, ya que la generación de texto o imágenes basados en instrucciones también requiere una cantidad significativa de energía.

A pesar de los esfuerzos de las empresas por mejorar la eficiencia del hardware y el software de la IA, de Vries advierte que los avances tecnológicos suelen aumentar la demanda de recursos, lo que se conoce como la paradoja de Jevons.

Google, por ejemplo, está incorporando IA generativa en servicios como su correo electrónico y motor de búsqueda, lo que podría llevar a un aumento significativo en el consumo de energía si se aplicara a gran escala. De Vries calcula que si cada búsqueda utilizara inteligencia artificial, necesitaría una cantidad de energía equivalente al consumo anual de electricidad de Irlanda.

Aunque este escenario extremo es poco probable en el corto plazo debido a los costos y las limitaciones de infraestructura, se espera un rápido crecimiento en la producción de servidores en el futuro cercano, lo que podría aumentar el consumo de electricidad relacionado con la IA.

Este crecimiento plantea preguntas importantes sobre cómo y dónde aplicamos la IA. Dado su intensivo uso de energía, es esencial no utilizarla en situaciones donde no sea realmente necesaria. La gestión responsable de la inteligencia artificial se convierte en una prioridad a medida que esta tecnología continúa expandiéndose en nuestra sociedad.

Si no se toman medidas para abordar esta cuestión, la IA podría consumir tanta electricidad como un país del tamaño de Irlanda, lo que tendría un impacto significativo en el medio ambiente y el cambio climático. Es esencial que sigamos monitoreando y trabajando en soluciones para mitigar este desafío mientras aprovechamos los beneficios de la inteligencia artificial en nuestras vidas y comunidades.