Los relojes inteligentes han ganado popularidad al prometer monitorear la salud y el bienestar de sus usuarios, desde el conteo de pasos y la frecuencia cardíaca hasta la presión arterial y la calidad del sueño. Pero, ¿qué tan precisos son realmente?
De acuerdo con Cailbhe Doherty, investigador del University College Dublin, el conteo de pasos, basado en acelerómetros que miden el movimiento de la muñeca, suele ser bastante preciso. También se destaca la medición de la frecuencia cardíaca y el uso de GPS. Sin embargo, la precisión disminuye en áreas más complejas como el seguimiento del sueño y el gasto de calorías.
En el caso del sueño, los errores pueden acumularse debido a la cantidad de señales que se deben procesar, como el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria y los movimientos. Esto puede llevar a resultados poco fiables sobre la calidad del descanso.
Respecto al gasto calórico, Doherty advierte que el margen de error puede oscilar entre un 30% y un 150%. Esto se debe a que los relojes inteligentes utilizan acelerómetros y mediciones de frecuencia cardíaca en lugar de métodos más precisos, como el análisis de gases respiratorios.
Aun así, los relojes inteligentes ayudan a las personas a mantenerse activas. Un estudio de la Universidad de Australia del Sur reveló que quienes utilizan estos dispositivos caminan en promedio 1,800 pasos adicionales al día. Según el investigador Ty Ferguson, esta motivación surge al obtener retroalimentación sobre los niveles de actividad, algo que suele subestimarse sin el uso de un monitor.
Aunque la precisión varía según la métrica, los expertos coinciden en que la tecnología seguirá mejorando a medida que crezcan los conjuntos de datos utilizados para refinar los algoritmos. Por ahora, estos dispositivos pueden ser una herramienta útil para mantenerse activo, siempre que se utilicen con expectativas realistas sobre su precisión.