Al parecer, el hecho de desconocer nuestro origen indígena y su correspondiente lenguaje, nos coloca analógicamente en una posición similar a la época del descubrimiento del continente americano, es decir, el conocimiento por la cultura de enfrente resultaba y resulta sombrío, inquietante y perturbador. En particular, ¿Que habrán pensado los indígenas al ver llegar a sus conquistadores, colonizadores, saqueadores y perturbadores de nuestra tranquilidad? En un principio, los grupos indígenas visualizaban a los barcos de los españoles como un evento trascendental, ya que pensaban que esos barcos representaban el regreso del príncipe “Quetzalcóatl” (Serpiente emplumada). Pero, como se sabe, la colisión entre estas dos culturas fue violenta, al grado de casi desaparecer los vestigios mesoamericanos que aún nos identifican, entre ellos, el idioma náhuatl. A pesar de ello, todavía existen brasas en el pueblo mexicano, como puede observarse en algunos ejemplos de la alimentación común de las personas, incluyendo palabras como el molcajete (mollicaxtli), quelite (kilitl), zapote (tzapotl), zapote negro (liltzapotl), tortilla (tlaxcalli), sal (iztatl), maíz (sentli), frijol (yetl) por mencionar algunos, ya que a la fecha tenemos la sutileza para describirlos y al mismo tiempo, crear sensaciones y emociones que seguramente podríamos encontrar en la genética misma del mexicano. El Estado de Morelos es un ejemplo vivo de tal situación, está compuesto a la fecha de 33 municipios y otros más que están en proceso de ser reconocidos, los cuales tienen un nombre con connotación indígena, pero incluso, tal nombre se desmenuza en una serie de significados e interpretaciones para cada caso. En este sentido, ¿cuál es la interpretación y significado de cada uno de ellos?
Sin más preámbulo, comenzamos con el municipio de Cuernavaca, reconocida como la ciudad de la eterna primavera, este viene del vocablo Cuauhnáhuac, conjugación de “Cuahuitl” árbol y “Nahuac” junto o rodeado de, transcrito como "junto a los árboles". A pesar de esta definición ya reconocida, algunos miembros de comunidades indígenas Morelenses, sugieren que la interpretación original es “Kuenahuac” proveniente de “Kuemitl” que significa surco o barranca y “Nahuac” rodeado de, leído como “junto o rodeado de barrancas”. Atlatlahucan, que en náhuatl es “Atlatlauhca”, es reconocido por el Ex Convento de San Mateo Apóstol del Siglo XVI, se compone de “Atl” agua y “Tlatlauhqui” rojo, y significa “lugar de agua roja o colorada”. Tepoztlán, reconocido por su pirámide, carnaval, artesanías y montañas, viene de la conjugación “Tepozt” o “Tepotz” como sugieren algunos nativos, que significa hierro, acero o fierro y “Tlan” abundancia, traducido como “lugar donde abunda el hierro”. Amacuzác, reconocido por su balneario San Juan Dos y por su Zoofari, viene de la composición “Amatl” abreviación de “Amacuahuit”l que significa árbol de papel y de “Cuztic” cosa amarilla, otorgando el significado de “en los amates amarillos”. Jojutla, reconocido por su gastronomía, en particular por su barbacoa, e incluso por temperaturas arriba de los 40°C, se conoce como Xoxutla y se compone de “Xoxu” que significa azul cielo y “Tla” derivado de “Tlantli” o abundancia, interpretado como “lugar donde abunda el cielo azul”; sin embargo, los residentes del lugar sugieren que la versión correcta es “Xoxoutla” que viene de “Xotla” y significa arder, lo que podría ser traducido como “lugar caliente o tierra que arde”. La atribución náhuatl de Coatlán del rio, viene del análisis de su jeroglífico, el cual es una serpiente de cascabel o “Coatl” y una fila de dientes “tlantli”, y se interpreta como “junto a la culebra” o “donde abundan las serpientes”. Cuautla, reconocida por su nutrida historia de guerra, museos, haciendas, balnearios y en general por su contexto natural, es descrito como “Cuahuitl” que significa árbol o “Cuauhtli” águila y de “tla” o abundancia y se interpreta como “lugar donde abundan los árboles o las águilas”. Huitzilac, reconocido por ser un municipio con un clima frio principalmente por sus bosques y que apropósito alberga al parque nacional Lagunas de Zempoala y parque Los Columpios, proviene de la abreviación “Huitzitzilac”, tal significado se compone de “Huitzilzilin” que significa colibrí o chupamirto, “atl” agua, “c” en y que en conjunto se interpreta como “en agua de los colibríes” o “colibríes sobre el agua”, que también se refiere a la interpretación de su jeroglífico. El significado del nombre Jiutepec tiene varias connotaciones indígenas, una de ellas es “Xiuhtepec”, conjugación de “Xihuitl” o cosa preciosa, cerro o “Tepetl”, es decir, “el cerro precioso” o “donde hay cosas preciosas”. Otra versión de ello es que “Xihuitl” que significa año, cometa, turquesa o yerba, más el jeroglífico que evidencia una turquesa en la cima de un cerro confirma la otra versión, es decir, “cerro donde hay piedras preciosas”. Jonacatepec, reconocido entre otras cosas por la zona arqueológica de Chalcatzingo con dataciones de más de 600 A.C, el Convento Agustino del siglo XVI e incluso La Casa del Héroe sitio importante de la lucha revolucionaria zapatista, viene de “Xonacatepec”, compuesto de “Xonacatl” que es cebolla, “Tepetl” cerro y “c” en, que significa “en el cerro de las cebollas”. Temixco, conocido por la zona arqueológica de Xochicalco y la Ex Hacienda de Temixco, está compuesto de “tetl” o piedra, “miztli” león e incluso de “miztón” gato, y que se traduce como “en el felino o gato de piedra”. Ante tales descripciones, poco podría dudarse respecto a si las brasas del idioma náhuatl aún están presentes en nuestra realidad en prácticamente todos los aspectos de nuestra vida; es en ello precisamente donde el turismo tiene una perspectiva más allá de lo superficial o descriptivo, también puede ser una actividad para reivindicar los lugares, no solo por sus atractivos recreativos sino en torno a la recuperación de una esencia cultural. Por tanto, buscar esa chispa en el interior del mexicano haría las veces de avivar el fuego náhuatl que por siglos se ha encontrado latente.
Mtro. Giovanni Marlon Montes Mata y Dr. Rafael Monroy Ortiz
Profesores de la UAEM
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