Por su vigor, astucia y majestad el jaguar fue reconocido y reverenciado por múltiples culturas prehispánicas de todo el continente. Su hábitat se extendía desde el sur de Estados Unidos hasta casi tocar el confín de Sudamérica: desgraciadamente sus territorios han sufrido la invasión de los seres humanos, poniendo en peligro su existencia.
El jaguar es el felino más grande de América y el tercero del mundo. Desde los primeros monumentos de la cultura madre mesoamericana, la olmeca, el jaguar aparece reiteradamente en representaciones de niños con rasgos del felino, hasta esculturas monumentales.
En La Venta hay monolitos, lo mismo de un bebe jaguar, que un hermoso mosaico con la faz del felino y el gran altar 4 donde un personaje sale de una oquedad, bajo el cobijo de una faz de jaguar.
Al haber sido Morelos uno de los hogares de la cultura madre mesoamericana, hay múltiples representaciones del felino en las faldas de los empinados cerros de la montaña sagrada de Chalcatzingo, donde existe una verdadera instalación escultórica, o sendero de los felinos, en la que aparece con toda su grandeza o devorando hombres. En 2011 los trabajos arqueológicos de Mario Córdova del Centro INAH Morelos, llevaron al hallazgo de una singular triada de jaguares de hace 2800 años, que engrandecen el patrimonio de Morelos y de México.
A propósito de Chalcatzingo y la presencia olmeca, durante una visita al Art Institute de Chicago, llamó mi atención en una sala un jaguar con las fauces abiertas, que me pareció una inconfundible pieza olmeca, hecho que me confirmó mi maestra, la arqueóloga Silvia Garza Tarazona, como procedente de Chalcatzingo. Lo que me sorprendió es qué hacía ahí y sobre todo ¿cómo llegó? y ¿con qué derecho?
Durante las exploraciones llevadas a cabo por Norberto González y Silvia Garza Tarazona en Xochicalco, descubrieron, a la entrada de un templo, una hermosa escultura modelada en barro; un jaguar que actuaba como elegante custodio, con lo que pareciera, a los que no somos especialistas, como una corbata de moño.
Los aztecas tuvieron dentro de sus tropas de élite a los caballeros jaguar. En una de las escenas más logradas de su mural, en el palacio de Cortés, Diego Rivera representó a un caballero jaguar en la batalla de Cuauhnáhuac.
Oscar Cortés Palma es un estudioso, autor del libro la Danza de los Tecuanes, que gira alrededor del jaguar y que se representa en varios estados del centro del país, incluído Morelos, donde es posible verla en Alpuyeca, Atlacahualoya, Axochiapan, Coatetelco, El Higuerón, Ocotepec, Tenextepango, Tepalcingo, Tetelpa, Tetecala, Xoxocotla, Tlatenchi y Telixtac. En un puesto del centro de Yecapixtla encontramos a la venta unos muñecos con los personajes de tal danza, con el infaltable jaguar.
Otro representación del felino multicitado se puede ver en la fachada del Jardín Borda donde, siguiendo ancestral costumbre, se incrustaron las representaciones en piedra de un águila y de un jaguar.
Si se visita el Museo Brady de Cuernavaca se encontrarán una serie de máscaras de jaguar que coleccionó Robert Brady y, por cierto, gracias a Sergio González que es un verdadero especialista en el lugar, nos hemos enterado que la última pieza de las miles de piezas que coleccionó el célebre norteamericano fue precisamente una máscara de jaguar.
En Agua Hedionda, en el edificio diseñado por el arquitecto Hannes Meyer, ni más, ni menos que, el último director de la Bauhaus, hay un espléndido mural, obra de Olga Costa y José Chávez Morado. Edificio y mural son motivos más que suficientes para enorgullecer a Cuautla y cuidarlos con especial esmero. Pues bien en dicho mural hay un jaguar que engulle una especie de corazón y que se dice fue inspirado por los hallazgos en Chalcatzingo.
La UAEM abrió, en lo que fue su edificio fundacional, el Museo de Arte Indígena Contemporáneo. De su colección inicial destaca la figura de un jaguar, obra tzeltal, que es sin dudad una de las más admiradas.
Hace poco vimos un grupo de chinelos de Yautepec en el que una vez más apareció el jaguar, en el tocado y atuendo del danzante, no una sino ¡seis veces!.
Por último debemos consignar un hecho alentador, que pareciera increíble, por lo extraordinario que resulta. Cuando vemos desaparecer el hábitat del jaguar y con él a su especie, resulta que investigadores de la UAEM (Floriely Castro Campos, tesista y David Valenzuela Galván, director de la misma) localizaron con la técnica de fototrampeo, utilizando 22 cámaras, un jaguar adulto en Tepalcingo, en la Reserva de la Biósfera Sierra de Huautla, donde nuestra universidad constantemente investiga. El motivo fue más que celebrado por su importancia ecológica y por el significado cultural de tal especie.
Texto y fotografías:
Adalberto Ríos Szalay
Profesor de la Escuela de Turismo UAEM