Tan pronto arribaron los Agustinos al territorio de la Nueva España, les fue concedido por el primer obispo de México Fray Juan de Zumárraga la licencia para fundar en el pueblo de Ocuituco, un convento y un templo bajo la advocación de Santiago Apóstol, cuya fábrica se encomendó a los frailes Jorge de Ávila y Jerónimo de San Esteban quienes iniciaron el proyecto en el año de 1533 y lo concluyeron en 1554. Para la obra, contaron con la espléndida ayuda del pueblo indígena y de la doncella María Isabel Cacalpotitla, rica nativa del lugar, lo que provocó el disgusto de Zumárraga por el lujo y esplendor arquitectónico que los agustinos ponían en la obra -no obstante la pobreza del pueblo– decía. Por ello, los frailes suspendieron la obra y se trasladaron a otros lugares como Yecapixtla y Zacualpan en 1535.
Por la elevación en que se encuentra esta obra arquitectónica, se cree fundamentalmente que el templo y convento de Ocuituco, se asientan en las ruinas y cimientos del teocalli indígena tal y como se procedió en otros lugares.
La obra Agustina del convento es la primera del obispado de Zumárraga y, consecuentemente, del actual Estado de Morelos y de la República Mexicana. Tal vez esta circunstancia originó la celebración en Ocuituco del primer capítulo de los agustinos en la Nueva España, el 8 de junio de 1534.
Las proporciones del convento son modestas, aunque posee doble claustro, su traza se conserva sin modificación y cuando más sus fuertes muros muestran el paso inexorable del tiempo sobre sus viejos hombros.
En el patio del claustro, aún hay restos del jardín conventual y una fuente artística central con figuras caprichosas de leones en el brocal, famosa por que los frailes hicieron fluir las aguas cristalinas y frías de la montaña para alegrar con su canto y vista la severidad de los enclaustrados o sus visitantes, así como para mitigar su sed o calmar la fiebre de los enfermos. El exterior del convento, costado suroeste, presenta ruinas de edificación de la misma edad probable del convento.
¿Por qué se ha denominado a este hermoso pueblo Ocuituco de Zumárraga?
El convento franciscano del Abrojo próximo a Valladolid, España, tenía como celoso guardián a Fray Juan de Zumárraga natural de Durango del propio país. El Emperador Carlos V habría frecuentado en plan de retiro durante la Semana Santa su claustro y definido la austeridad, devoción y humildad del fraile Prior. En el año de 1527, al retirarse el Rey entregó al convento una crecida suma que Zumárraga no aceptaba. Ante la insistencia del Soberano, Fray Juan hubo de ceder temiendo ofenderlo con una negativa absoluta.
La cuantiosa limosna fue repartida pródigamente entre los pobres, necesitados y enfermos, sin guardar nada para su comunidad. Como entonces era Valladolid capital del reino, pronto llegó a oídos del Rey la noticia de las caridades de Zumárraga. El emperador se propuso elevar al humilde fraile a un puesto que brillara su virtud. De este modo, Carlos V expidió cédula el 12 de diciembre del mismo 1527, nombrando y presentando a Fray Juan de Zumárraga como Primer Obispo de la capital de la Nueva España.
Conforme se instalaba en la capital, iba visitando todos los pueblos que componían su jurisdicción. En todos ellos había que retirarlo de su ministerio pues su celo religioso lo obligaba a olvidarse de tomar alimentos y descanso. Conociendo el Rey su reconocida pobreza y humildad, le dio en encomienda un pueblecillo indígena llamado Ocuituco, con cuyo producto podría subvenir a sus propias necesidades y tal vez acudir en auxilio de los del Obispado.
El territorio de Ocuituco no pertenecía íntegramente a Zumárraga, sino solo la tercera parte pues las otras correspondían a María Estrada, gobernadora de Tetela y Hueyapan y la restante a Alonso de Escobar, encomendero de Jumiltepec. No obstante, María Estrada viuda en 1537, cede su parte de la encomienda de Ocuituco a beneficio del monasterio de Tetela del Volcán asiento de su gubernatura. Y la tercera parte de la encomienda de Ocuituco propiedad de Alonso de Escobar, fue cedida por éste a favor del colegio de Jumiltepec.
Para la manutención del hospital y del convento, adquirió y plantó en su encomienda, una huerta inmediata al pueblo, a la que llamó “Monte Sión”, con árboles frutales que él mismo trajo de España; misma que habría de vender más tarde para comprar en Sevilla órganos, tela de plata y libros que dio a la iglesia, cuando cedió su encomienda de Ocuituco para beneficio del Hospital del Amor de Dios de México en 1544, pasando Ocuituco a ser de la Real Corona. No obstante, los reyes Carlos y Doña Juana, su madre, designaron a Zumárraga administrador del nuevo hospital y del pueblo tantas veces referido, a fin de que los beneficiarios de éste se aprovecharan íntegramente.
El 8 de julio de 1547, el Papa Paulo III erigió a la iglesia de México, en Metropolitana y le dio por dependientes las de Oaxaca, Michoacán, Tlaxcala, Guatemala y Ciudad Real de Chiapas y designó a Fray Juan de Zumárraga su primer Arzobispo, enviándole la bula respectiva.
Por abril de 1548, Zumárraga se encontraba en Ocuituco, administrando la confirmación, cuando le llegó la noticia de su promoción al Arzobispado. Nuevamente como en el Abrojo, Fray Juan se sobresaltó mucho y volvió a juzgarse indigno de la designación.
Inmediatamente regresó a la capital y tuvo que ir a consultar a Fray Domingo de Betanzos, morador del convento de Tepetlaoztoc, su confesor, le aconsejó aceptar por humildad tan señalada distinción, sin embargo, no llegó a recibir ni bulas y menos consagración pues el 3 de junio de 1548 fallecía el santo fraile, dejando enorme cauda de obras maravillosas en la Nueva España; trajo árboles frutales y plantas de ornato, lino, cáñamo y gusano de seda; trajo también artesanos para enseñar sus oficios a los indios, sintió gran dolor en su corazón al observar a los tamemes transportar grandes cargas a la espalda, por enormes distancias, ello le inspiró traer al paciente burro; trajo así mismo misioneros, fundó escuelas, la primera imprenta y libros, proveyó de asilos y hospitales para enfermos, dotes y limosnas a huérfanos y pobres, trajo nuevas industrias al pueblo, aumentó las rentas del estado; dio lustre a la iglesia y al culto, paz y concordia, justicia y caridad para todos.
Obed Campos Castañeda y Gerardo Gama Hernández
Profesor invitado y profesor investigador de la UAEM.
Fotografías:
Adalberto Ríos Szalay UAEM-3Ríos.