Muchas de las construcciones del Centro Histórico aún permanecen inmutables a la transformación, respirándose el ambiente tranquilo y sereno de la provincia. En tiempos pasados su paisaje y el atractivo pintoresco de sus casas sirvió como escenario natural de producciones cinematográficas, llegándose a rodar varias películas nacionales y extranjeras con directores como Luis Buñuel, Emilio “indio” Fernández, René Cardona, Miguel M. Delgado o Julián Pastor, por mencionar solo algunos.
Desde la época prehispánica (500 y 650 d.C.), se dice que fue una ciudad fundada por los tlahuicas que conformaron la provincia del Tlalnáhuac junto con otros trece pueblos del Valle de Amilpas. Como vestigio de esta cultura se encuentra la Zona Arqueológica de “Las Pilas” ubicada al interior de un balneario. Los manantiales que rodean dicho sitio fueron un factor importante para el establecimiento y desarrollo de su población. Mediante las exploraciones realizadas por el INAH se ha encontrado una vasta red de canales y ofrendas funerarias, considerado así como un lugar de culto al agua.
Durante la conquista se construyó el templo y convento de San Agustín en 1558, sus fundadores fueron los frailes agustinos Fray Jerónimo de San Esteban y Juan Cruzate quienes contribuyeron en gran medida en la fisonomía urbana y arquitectónica del centro histórico. Jonacatepec llegó a ser un importante centro de evangelización y un lugar de paso en la ruta de las órdenes mendicantes en sus viajes hacia Guerrero y Oaxaca, una ruta trazada también desde tiempo atrás por los olmecas en sus incursiones hacia el sur del país.
A principios del siglo XVII en la región se establecieron dos haciendas muy importantes productoras de caña de azúcar: Santa Ana Tenango y Santa Clara Montefalco, las cuales después de diversos movimientos y cambios de propietarios se unificaron y quedaron en manos de la familia García Icazbalceta, quienes buscaron la maximización de sus recursos, incorporando a su propiedad otros pequeños ingenios y trapiches. Estas haciendas se fueron apropiando del agua del rio Amatzinac y sus tierras aledañas, adquiriendo tal dimensión que ejercieron el control sobre los pueblos cercanos.
Durante la época del Porfiriato, en la estructura territorial del recién creado Estado de Morelos en 1969 el pueblo llegó a ser cabecera de Distrito y adquirió gran auge debido a su importancia política, la prosperidad de esas haciendas y la introducción del ferrocarril, haciéndose grandes mejoras como la creación de talleres de rebocería, talabartería, fábricas de aguardiente, se construyó el reloj monumental de la plaza principal, un hospital, baños públicos, las bardas del panteón, se rehabilitó el curato, se hicieron caminos, puentes, entre otros, además de edificarse también las casas de aristócratas, políticos y hacendados. Jonacatepec era propicio para vivir por la existencia de muchas obras de irrigación, además de la cercanía con uno de los mercados comerciales más grandes: la Ciudad de México.
A pesar de la enorme producción de azúcar en las haciendas en el porfiriato, las injusticias y despojos cometidos contra los pueblos provocaron la sublevación de sus habitantes y la Revolución del sur marcó una etapa decisiva en el curso de la historia de Jonacatepec, el pueblo quedó prácticamente desolado después de la llegada de las tropas zapatistas quienes tomaron e incendiaron las haciendas, quedando destruidas y abandonadas por varios años, al igual que muchas casas. Posterior a la Revolución las tierras de cultivo se distribuyeron en los ejidos, poco a poco se fue reactivando la economía y la estabilidad política, sin embargo, la arquitectura del pueblo no volvió a ser la misma, a partir de las últimas décadas del siglo XX se comenzó a perder el carácter vernáculo del pueblo por la introducción de nuevos materiales y otros sistemas constructivos ajenos al adobe, la madera y el barro.
Como herencia de la arquitectura vernácula de Jonacatepec quedaron estas casas que en su mayoría seguían el mismo patrón: un solo nivel, alturas de más de 4 metros, sin más ornamentos que sus balcones, puertas de acceso, cornisas en los pretiles, gárgolas, gruesos muros a base de adobe con aplanados lisos a la cal, techumbres planas de viguería de madera, solera de barro y entortados de mezcla, así como pisos de loseta de barro. En su interior el sistema se componía de dormitorios, cocina y un corredor con techumbre de teja soportado por pilares de diferentes estilos y materiales. Estas piezas daban hacia patios interiores con plantas y árboles que funcionaban como una gran caja de aire cuya función era proveer de frescura a la vivienda. La vivienda tenía además otros elementos como el cuexcomate, en el que almacenaban los granos de maíz, un pozo de agua, zaguán, letrinas, caballerizas y huertas.
Las casas más humildes carecían de gárgolas en las fachadas porque sus techos tenían sólo una caída hacia los patios interiores y generalmente eran de paja o de teja en el mejor de los casos. Se distingue también la originalidad de sus protecciones de herrería en los balcones con nudos o plomos de diversos tipos, siendo el balcón un elemento distintivo de Jonacatepec, en su mayoría de planta semicircular, coronado con capelo y borla en la parte superior, cuya función no se limitaba al valor estético y arquitectónico sino cumplía con un espacio de la vida social donde se observaba al exterior y se saludaba a los paseantes.
Además de la arquitectura del centro histórico podemos encontrar en Jonacatepec otros sitios de interés como la zona arqueológica de Las Pilas y su balneario, el Ex Convento de San Agustín (actualmente en proceso de restauración), la Plaza Emiliano Zapata con su reloj monumental mandado a construir con motivo del centenario de la Independencia, las capillas en los barrios de San Martín, San Francisco y Santa Lucía con su retablo barroco, el panteón municipal, las antiguas estaciones de tren “El Pastor” y “García”, pinturas rupestres en cavernas calcáreas en la comunidad de Tlayca, el Cerro del Cristo del Mirador en cuya cúspide podemos disfrutar de la vista general de todo el valle y un complejo ecoturístico donde se realizan actividades de tipo recreativo, cultural, cívico y religioso.
A pesar de los daños ocasionados por el sismo muchas de las construcciones antiguas de Jonacatepec aún permanecen en pie, quedando como testigos de la memoria de un pueblo fiel a su historia y tradiciones. La arquitectura vernácula de Jonacatepec, por lo tanto, representa un símbolo de identidad con la comunidad que merece ser puesto en valor, reconocido, preservado y difundido para inculcarlo a las futuras generaciones de morelenses, ya que forma parte de la herencia cultural del bello estado de Morelos.
José Fausto Bustamante Figueroa.
Estudiante del Posgrado de la FArq-UAEM.
Fotografías: Gerardo Gama y Fausto Bustamante.