Al mismo tiempo, todas las formas de aprovechamiento han sido históricamente, muestras creativas, pero principalmente eficientes para la conservación del bien. Sin embargo, no es sino hasta los últimos 200 años que los daños por estas actividades han alterado la cantidad y calidad del agua disponible, y con ello, no solo la supervivencia humana sino también las actividades recreativas que dependan del bien. Asimismo, junto a la extracción camina de la mano la contaminación del recurso, y aquella generada por efluentes residuales urbanos y que principalmente se vierte hacia ríos, lagunas y el mar, los cuales hacen las veces de fosas sépticas del subdesarrollo, pero afectando de manera sustancial las actividades de ocio y recreación. Particularmente, en la ciudad de la eterna primavera los cuerpos de agua dulce que en su momento eran cristalinos se han convertido en tumbas de lodos residuales, pues a lo largo de las barrancas que componen el municipio, se localizan descargas sin tratamiento de la red de drenaje municipal y otras derivados de las viviendas emplazadas en las periferias de la ciudad. A pesar de tal escenario, Cuernavaca que es reconocida por algunos como “Kuenahuac” o lugar donde abundan los surcos o barrancas, posee destinos turísticos naturales caracterizados por fuentes de agua superficial y es gracias a la topografía accidentada que se localizan saltos abruptos de agua, es decir, cascadas de agua dulce a lo largo de la formación de las barrancas que comienzan su recorrido en la parte norte y atraviesan la ciudad.
Particularmente, las cascadas de Santa María Ahuacatitlan y El Salto de San Antón son caídas de agua de más de 20 metros de altura que ofrecen una vista placentera y peculiar, así como un instante de paz al conectarte con la naturaleza. En la parte sur del municipio, se ubica el “Salto de San Antón” perteneciente al pueblo de San Antonio Analco, el cual goza de una caída libre de más de 30 metros de altura. De hecho, los pobladores mencionan que esta bella cascada se formó a partir de una analogía hermosa. Según esto, el cabello de una doncella creció al igual que su sufrimiento, al ver que el prometido nunca regresó de la batalla. Según cuentan, los dioses se apiadaron de ella y la convirtieron en cascada y a su prometido en rio para nunca separarse. Durante el recorrido, los turistas ascienden y descienden por una escalinata de unos 100 metros, acompañados por una espectacular vista panorámica, susceptible de capturar fotográficamente este singular resquicio natural, sobreviviente y combatiente, que parece pedir clemencia ante el impetuoso crecimiento de la ciudad. Por el contrario, en la parte Norte de Cuernavaca, se sitúa la cascada de Santa María Ahuacatitlan, la cual se localiza a unos metros de los límites del pueblo rumbo a Ahuehuetes. Durante el recorrido resulta imposible no percibir un contexto de aire puro y un clima sublime debido al bosque que lo envuelve, descrito por algunos como “la naturaleza es su mayor expresión”. La cascada es de agua cristalina, misma que crea una cortina de agua igual a un velo, y que a su vez alimenta algunos cultivos rio abajo. Además, desde hace poco más de 20 años se disfruta de lugares que otorgan un servicio gastronómico vendiendo “Truchas”, durante los fines de semana; los restaurantes son acogedores, con platillos que rondan los $80 pesos. Incluso, algunos visitantes aprovechan para realizar actividades de recreación como caminar, correr, comer o simplemente sentarse y disfrutar de la tranquilidad que otorga la naturaleza.
Sin duda, de no atender y regular los procesos de aprovechamiento del agua y su respectiva contaminación, se pone en tela de juicio el derecho a la vida misma, e incluso, limitando y poniendo en riesgo la salud al llevar a cabo las actividades del mundo actual, incluyendo las recreativas y de ocio para el caso del turismo. Por tanto, el agua en cantidad y calidad es fundamental para que ríos, barrancas, balnearios, parques acuáticos y cascadas sigan siendo uno de los atractivos principales de Cuernavaca y en general de Morelos.
Montes Mata Giovanni Marlon y Monroy Ortiz Rafael
Profesores de la UAEM.
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Adalberto, Ernesto y Adalberto.