Este trapiche fue fundado en el siglo XVI, cerca del año de 1580 por los frailes Dominicos, quienes continuaron siendo propietarios hasta el año de 1732 en que aparece don Francisco Rivas como dueño de la hacienda. Los frailes dominicos obtuvieron del pueblo de Anenecuilco las tierras para fundar este trapiche, según nos narran Valentín López González y Fernando B. Sandoval, en el libro Haciendas de Morelos.
Para el año de 1790 la hacienda de Coauhixtla había crecido de tal forma que en el censo de época se cuentan 512 habitantes. Para 1870 se observa que esta hacienda no había modificado sus técnicas de producción y seguía teniendo una mayor producción de mieles que de azúcar, pues en ese año elaboró 34,600 arrobas, es decir, 397.9 toneladas contra 67,000 arrobas es decir 770.5 toneladas de miel; (la arroba es una unidad de masa antigua usada en España e Hispanoamérica que equivalía a 25 libras), de la cual una parte se vendía localmente y otra se convertía en aguardiente, lo que daba para pagar los gastos; la utilidad venía de la venta del dulce en su mercado principal que era la ciudad de México, según el libro de Felipe Ruiz de Velasco.
Para el año de 1874, siendo propiertario el rico comerciante Manuel Cortina Mendoza entra de lleno la era del vapor cambiando su maquinaria para aumentar la producción e invertir la proporción entre azúcar y mieles, obteniendo altas toneladas de producción; ello tambien gracias a la llegada del ferrocarril a Morelos, que permitió una mayor producción e introducción del azúcar a la ciudad de México y a todo el país.
Ya para el año de 1887 esta hacienda estaba considerada como uno de los ingenios más importantes de la República y el primero por su gran maquinaria. Dentro de sus instalaciones existía también una fábrica de aguardiente.
En 1889, al morir el dueño, sus herederos vendieron la hacienda a los hermanos Manuel y Joaquín Araoz, quienes llevaron al ingenio al primer lugar de producción en 1900, con 2,165 toneladas de azúcar, la siguiente zafra aumentó a 2,636 toneladas con 821 de miel y un año después se alcanzó la impresionante cifra de casi 3,000 toneladas de azúcar con solo 495 de miel, la última zafra de esta notable fábrica fue la de 1912-1913 debido a la lucha revolucionaria.
Este casco que llegó a ser el más grande de todas las haciendas, pues del modesto trapiche fundado 300 años antes por los frailes Dominicos se fue modificando y ampliando para alojar la moderna maquinaria y la cantidad de producto y personal, siendo de los precursores en el aspecto de central procesadora.
Actualmente, a pesar del abandono, el paso del tiempo y de los desastres naturales, como los sismos; esta hacienda ha soportado estos embates y aún se levanta majestuosa en el valle verde del oriente de Morelos.
Sus muros limosna desnudos muestran las modificaciones y transformaciones que de acuerdo a las necesidades de la hacienda, se fueron realizando durante la vida productiva de este ingenio, para dar paso a maquinaria moderna y de grandes dimensiones.
Aún quedan restos de la casa de molienda, los antiguos purgares, los patios, la capilla, la casa grande y el edificio para las estufas de tres niveles, con grandes arcos, dinteles, puertas, balcones y ventanas con molduras y herrería de gran calidad y detallada manufactura.
También se puede visitar el trapiche viejo y el trapiche nuevo, el canal de entrada de agua y las galeras, en el recorrido se pueden apreciar sus grandes estructuras ya sin techos a dos aguas de sus altas construcciones. La piedra, el ladrillo, el tabique y la cal aún dibujan el extraordinario conjunto industrial que fue esta hermosa hacienda.
Sus altos chacuacos redondos y de “telescopio” que funcionaron con la maquinaria de vapor, aún se encuentran de pie, aunque lastimados por el paso del tiempo, pero son muestra de grandes obras de arquitectura e ingeniería de aquellos años.
Esta hacienda ha sido escenario de grandes producciones cinematográficas, especialmente aquellas que tienen que ver con la Revolución Mexicana y el Gral. Emiliano Zapata Salazar.
Los comuneros, el comisariado ejidal y la gente de Coahuixtla se han coordinado para que los visitantes puedan ingresar y conocer la hacienda por una módica cooperación, la cual se utiliza para mantenimiento de la misma. Esta hacienda así como todo el conjunto de haciendas azucareras de Morelos deben ser consideradas Patrimonio mundial por la UNESCO, proyecto que ya prepara desde hace varios años la Facultad de Arquitectura y la Escuela de Turismo de la UAEM.
Así que una vez que cambie el semáforo de la pandemia por el covid-19 te invitamos a que conozcas esta hermosa hacienda, patrimonio industrial de Morelos y de México.
TEXTO:
GERARDO GAMA HERNÁNDEZ
PROFESOR INVESTIGADOR DE LA UAEM
FOTOGRAFÍAS:
ISRAEL CARRANZA BAEZ