La colonia Antonio Barona fue fundada en el año 1958, cuando el norteamericano Robert Rogers planeó un fraccionamiento que se llamaría “El Ensueño”; en ese año se inició la urbanización del espacio, una planeación para un fraccionamiento residencial de nivel socioeconómico alto; actualmente perduran aspectos de este proyecto como lo son las divisiones territoriales establecidas por cinco glorietas; la primer glorieta es reconocida como “El Oasis”, por el nombre de la panificadora cercana a ella; la segunda es distinguida como “La Bomba” porque se ubica el tanque de agua que abastece a la colonia; la tercera es nombrada “Las Tres Cazuelas”, por una fuente que existía antiguamente en el lugar con tres cazuelas, además de ser donde se emplaza el zócalo de la Barona; la cuarta es reconocida como “Las Canchas”, y la quinta “La Terminal” por ser la base de la ruta 10.
Según distintos testimonios Robert Rogers se apropió de las tierras ejidales y comunales del pueblo de Ahuatepec, con la complicidad del delegado del Departamento Agrario, el secretario particular del gobernador López Avelar y el Comisariado de Bienes Comunales del pueblo.
Enedino Montiel Barona, sobrino del General zapatista Antonio Barona, quien había participado en los movimientos organizados por Jaramillo en el Estado de Morelos, se opuso y logró recuperar un fraccionamiento ya urbanizado y repartió lo que hoy es la colonia Antonio Barona entre quienes lo apoyaron. Así se pobló la colonia “General Antonio Barona”, en honor al militar y lugarteniente del General Emiliano Zapata Salazar, El Caudillo del Sur.
Aquí llegaron a luchar por los habitantes del poblado de Ahuatepec o para esconderse de la acción de la justicia, distintos personajes, entre los que destacan; el profesor guerrerense Genaro Vázquez Rojas, oriundo del poblado de San Luis Acatlán, en la Costa Chica de Guerrero, de quien se decía que actuaba en contra del gobierno mexicano; así como otro guerrerense, también guerrillero de la década de los 60: Lucio Cabañas. No puede faltar mencionar a alguien cuyo nombre lleva una colonia de Cuernavaca, colindante con el municipio de Temixco: Rubén Jaramillo. De esta manera, en donde se planeó una zona residencial de nivel económico alto, se construyó una de las colonias más densamente pobladas del Estado de Morelos.
La colonia Antonio Barona surge a consecuencia de esta lucha agraria, como lo describe Elena Garro en su artículo “Breve Historia de Ahuatepec”, publicado en su columna del diario “El Universal” durante los primeros meses del año 1959, antes de ser enviada a Nueva York por el presidente Adolfo López Mateos, debido a su activismo social.
Por lo visto el caso de Ahuatepec era el reflejo de una situación que se prolonga en México, desde los tiempos de la Colonia. ¿Quién no ha escuchado desde la infancia, los epítetos más despectivos sobre los indios? “Los indios mugrosos”, “los malditos indios”, “feo como un indio”, “todos los indios son asesinos”, etc. Mi experiencia en este caso de Ahuatepec iba a confirmar lo que siempre he creído: que hay dos México: uno, minoritario, que goza de todos los privilegios; y el otro, el indígena, que vive privado de todo derecho y toda garantía. Sé muy bien que afirmar esto, es un atentado. Sobre todo, desde que la Revolución declaró a los indios bandera de la Patria. Pero, desgraciadamente, la verdad oficial está muy lejos de la verdad. (Garro, 1959).
En el párrafo anterior se describe la lucha que los comuneros de Ahuatepec llevaron a cabo, todo para conservar sus tierras y que éstas no formaran parte de un fraccionamiento privado a consecuencia de su privilegiada ubicación.
La vida ejidal de Ahuatepec se vio afectada por su atractivo como zona habitacional. La cercanía a Cuernavaca y la apertura, en 1952, de la carretera México-Acapulco hicieron que los especuladores de bienes raíces, desde 1950, consideraran atractivas las tierras por donde cruzaba esta carretera para la creación de fraccionamientos urbanos (Aguilar, 2018).
Históricamente este momento trazó el destino del poblado de Ahuatepec, y la configuración de una parte de este territorio que actualmente conforma la colonia Antonio Barona, estas tierras pasaban durante este periodo de comunales a privadas, y a consecuencia de la resistencia de los habitantes; de lo que se había planeado como el fraccionamiento “El Ensueño” sólo quedó el trazo de sus avenidas y glorietas.
Lo anterior, es muestra de cómo se ha planeado y configurado la ciudad de Cuernavaca y en particular algunos de los barrios del Estado. En la colonia Antonio Barona esta lucha y resistencia que llevó a su fundación continúa en la actualidad, esto a consecuencia de la estigmatización de sus habitantes ante diversos acontecimientos como la inseguridad y el contagio ante la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2/COVID-19.
Por último, se abre la invitación -una vez superada la pandemia- para explorar y caminar por este maravilloso territorio popular, en el cual se pueden adquirir diversos productos y servicios en sus mercados, tianguis, comercios, fondas, restaurantes y con ello impulsar el consumo local, conocer sus plazas y glorietas, convivir con la gente pero sobre todo conocer más sobre La Barona.
TEXTO:
MARIANA SILVEYRA ROSALES
PROFESORA DE LA FACULTAD DE ARQUITECTURA DE LA UAEM
FOTOGRAFÍAS:
MARIANA SILVEYRA Y ARCHIVOS COMPARTIDOS UAEM-3RÍOS