Con respecto a los primeros momentos de la historia de Morelos y su territorio y población, sabemos que a partir de la migración conocida de las siete tribus nahuatlacas desde Aztlán, lugar no identificado exactamente pero de conocido origen en el norte de lo que hoy es la nación mexicana, alrededor del año 830 de nuestra era, se comenzaron a establecer poblaciones en lo que hoy es Morelos, gente con el conocimiento de la agricultura y del sedentarismo como forma de vida.
La quinta tribu, de los tlahuicas, traspasó el valle de Anáhuac y continuó hacia el otro lado de la serranía del Ajusco para establecerse en lo que ellos denominaron Cuauhnáhuac como su “capital” o principal asentamiento. Investigadores mencionan la probable presencia anterior de olmecas, otomíes y toletecas; y algunos más dan indicios de la presencia también de matlatzincas o mixtecas, de cualquier forma en todas las posturas se habla del grupo de los tlahuicas como los principales originarios de estas tierras hoy morelenses. Puesto que el arribo de los tlahuicas fue lo que trajo un aumento en la población y la expansión urbana y poblacional de la zona, podemos sostener que entre los probables pobladores de diversos grupos y los tlahuicas que llegaron, se formaron muchos de los pueblos originales del territorio morelense.
Hacia el año 1430, los tlahuicas, aunque conservaron sus tradiciones y formas culturales, se convirtieron en parte de los pueblos que tenían que tributar diversidad de productos a la alianza de los pueblos de Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba. Situación que se habría de mantener hasta la irrupción de Hernán Cortés y sus huestes en el territorio. Hacia 1519 existían alrededor de 68 “altépetl” en el territorio hoy identificado como Morelos. Los altépetl eran unidades étnicas, políticas y territoriales y de cierto modo, dominaban la forma de organización territorial de las comunidades en todo el mundo náhua parlante. Hacia ese año, como parte de Cuauhnáhuac existían alrededor de 37 altépetl. Uno de ellos recibía la denominación de “Chiamilpan”, “donde se siembra la semilla de la chía”, por su etimología náhuatl.
De manera que podríamos realizar una primera aseveración en torno a que el pueblo de Chamilpa es posterior a la llegada en los siglos XV y XVI de los europeos al continente americano. El periodo colonial instaurado tras la conquista militar trajo consigo una serie de modificaciones en todos los órdenes de la vida sociocultural de las poblaciones, pero al mismo tiempo, debió acoplarse a muchas de las formas de vida ya probadas y la organización que resultaban exitosas y que más valía la pena conservar que intentar modificar de acuerdo con los cánones o costumbres europeas. Esto sucedió con el mantenimiento de cierto orden de acuerdo a las jurisdicciones ya establecidas por los moradores originales. Y si bien no se sabe a ciencia cierta las dimensiones del altépetl Chiamilpan de manera particular antes de la llegada de Cortés, es altamente probable que el poblado, aunque disperso, ya existiera y formara parte de esas pequeñas comunidades que hacían la provincia de Cuernavaca.
Algunos altépetl se convirtieron en estancias o congregaciones, diferentes a las encomiendas y a las haciendas, como otra forma de control menos riguroso sobre las poblaciones indígenas. Y una de las primeras congregaciones que se creó en la jurisdicción de Cuernavaca fue la de Chamilpa, y que la merced de tierras otorgadas a ese poblado fue con la intención de que se agrupara la población en un nuevo asentamiento. El Virrey Antonio de Mendoza, el día 30 de marzo de 1539 protocolizó la fundación del pueblo de Chamilpa. Como era costumbre mantener el nombre original de la población en náhuatl o en un náhuatl castellanizado, e incorporarle el nombre de un santo de la tradición católica, el nombre quedó como San Lorenzo Chamilpa. “Chamilpa” es la castellanización del nombre “Chiamilpan”.
Una de las principales características de las congregaciones, era que la propiedad de la tierra se entendía como comunal; es decir, no había predios particulares, sino una extensa cantidad de tierra delimitada en términos comunitarios y todas las actividades cotidianas se realizaban bajo organización interna sin mucha interferencia de las autoridades. Sujetos solamente en términos económicos a la provincia. Hacia el siglo XVIII, Cuernavaca ya era una gran jurisdicción, derivando de la importancia que tenía desde antes cuando se denominaba Cuauhnáhuac y en esos momentos habitaban fundamentalmente españoles y en menor medida mestizos y algunos mulatos. Pero circundando a la ciudad hacia el norte, existían 9 barrios habitados principalmente por indios (seguramente descendientes de tlahuicas), en los que se podían identificar a 622 familias. Se trataba de: San José Caltengo, San Jerónimo Cocoltzingo, San Gaspar Tetela, Santa María de los Aguacates, San Lorenzo Chamilpa, San Salvador Ocotepec, San Nicolás Ahuatepec, San Miguel Chapultepec, San Diego Acapatzingo y San Antonio Analco.
La propiedad de la tierra se mantuvo como comunal desde el inicio del pueblo de San Lorenzo Chamilpa hasta la promulgación de las Leyes de Reforma bajo el mando de Benito Juárez. Aunque no fueron reconocidas las propiedades comunales de la tierra durante el periodo liberal Juarista, la situación real de las tierras seguía siendo en la práctica de un alto contenido social y comunitario, formando parte de la identidad y cohesión de los pueblos. La situación, sin embargo, se mantuvo en una especie de indefinición, lo que causó muchos problemas, hasta los prolegómenos y luego resultados de la Revolución Mexicana.
Hacia 1910, los terrenos comunales al norte de Cuernavaca unificaban en una amplia zona a Chamilpa, Ocotepec y Ahuatepec. Y tras el movimiento revolucionario y los primeros años de organización administrativa e institucional de los nuevos gobiernos, en 1923 se realizó una dotación o reintegración de tierras al poblado de Chamilpa. Una cuestión formal de restitución de territorios que, sin embargo, ya se ocupaban.
TEXTO Y FOTOGRAFÍAS:
Mario Díaz Díaz.
Estudiante de la Maestría en Estudios Territoriales, Paisaje y Patrimonio.
Facultad de Arquitectura de la UAEM.