Entrar a la casa de Robert Brady es sumergirse en el universo de este pintor, diseñador y coleccionista estadounidense. Con una ubicación privilegiada a un costado de la catedral de Cuernavaca, la también llamada Casa de la Torre, fue parte del convento del siglo XVI.
Su particular arquitectura y distribución llamaron la atención de Brady, quien en 1962 decidió comprarla y restaurarla. En esta casa vivió casi 25 años y acuñó un gran número de obras y piezas de prácticamente todo el mundo. Todo se conserva tal y como Brady lo dejó antes de morir en 1986: los espacios, los objetos y su cuidada decoración, todo se mantiene intacto, como reflejo y testigo del peculiar interés y gusto de Brady.
Robert Brady nació en Iowa, Estados Unidos, en 1928. Su padre tenía un negocio de transportes y su madre impartía clases de pintura a los adultos de su comunidad; es tal vez de ahí de donde surgió el interés de Brady por esta disciplina y lo que lo llevó a estudiar arte. Más tarde viajó a Europa con la intención de impulsar su carrera artística. Vivió cinco años en Venecia, Italia, donde se relacionó con artistas e importantes personajes de la cultura como Peggy Guggenheim, con quien entablaría una larga amistad.
En su regreso a América, visitó Cuernavaca en 1960 y quedó fascinado por su belleza, abundante flora y el cálido clima del que presume a lo largo del año. Le gustó tanto que dos años más tarde adquirió la Casa de la Torre y la hizo su vivienda permanente, aunque nunca abandonó su pasión por viajar y conocer nuevas culturas; así se hizo de esta gran y diversa colección, con más de 1,300 objetos de los más variados estilos y épocas. A lo largo de su casa se pueden encontrar interesantes ejemplos de arte sacro virreinal y moderno, arte popular de diversas regiones de México y el mundo, figuras prehispánicas y de culturas antiguas de África, Asia y Oceanía, pintura moderna de reconocidos artistas como Rufino Tamayo, Frida Kahlo, Miguel Covarrubias, María Izquierdo, Francisco Toledo, Manuel Rodríguez Lozano, José Clemente Orozco, Max Beckmann e incluso algunas obras -sobre todo retratos- creados por el propio Brady, además de textiles que diseñó durante su estancia en Cuernavaca.
Cuando Brady adquiría alguna pieza, le destinaba un lugar particular para él, la forma en la que exponía sus objetos era casi igual de importante que estos, por eso cada habitación de la casa tiene una decoración muy particular, distinta al resto de los espacios, cada una funge como una exhibición casi temática, que se acentúa por los muros de colores vivos y los objetos de la colección dispuestos por doquier para crear un ambiente único y exótico.
Pero la casa no sólo guarda objetos, guarda también recuerdos de las grandes reuniones que se dieron lugar en cada uno de sus rincones: artistas, personalidades de la cultura nacional e internacional, escritores, actores y promotores culturales de la época como Octavio Paz, Peggy Guggenheim, Rufino y Olga Tamayo, Francisco Toledo, Dolores del Río, Rita Hayworth, Gloria Swanson, Tennessee Williams, Helen Hayes, Maria Callas, Erich Fromm, Ivan Illich o Carlos Fuentes, convivieron con Brady entre estos muros, disfrutaron de la casa, de la colección, y la enriquecieron con obras propias, historias y muchas anécdotas. Todo esto y más es la Casa de Robert Brady.
Durante la pandemia, el museo y casa de Robert Brady permaneció cerrada, sin embargo, desde los primeros días de enero de este año 2022 volvió a abrir sus puertas para que vengan a conocer este extraordinario espacio localizado en la calle Nezahualcóyotl del centro histórico de Cuernavaca, el costo de acceso ayuda al mantenimiento y conservación de este extraordinario lugar.
TEXTO:
CASA MUSEO ROBERT BRADY
FOTOGRAFÍAS:
GERARDO GAMA HERNÁNDEZ