Explorar el estado de Morelos es encontrarse con municipios, comunidades o incluso pequeños espacios con una enorme riqueza natural y cultural. Para realizar adecuados programas y proyectos turísticos que promuevan la conservación de este patrimonio es fundamental, antes que nada, conocerlo. En este número nos dirigiremos al municipio de Tlaquiltenango, particularmente a explorar los encantos que posee la comunidad de Quilamula.
Este pintoresco poblado limita con la Reserva de la Biósfera Sierra de Huautla, la más grande Área Natural Protegida del estado de Morelos, por lo que en el recorrido para llegar se puede disfrutar del paisaje característico de la selva baja caducifolia, que en estos meses de secas permite una mejor observación de la fauna silvestre, en especial de aves como la Urraca copetona (Calocitta formosa) o el emblemático Quebrantahuesos (Caracara cheriway). Una vez adentro del pueblo, es de llamar la atención cómo convergen construcciones modernas, como el característico quiosco, con la arquitectura vernácula, que aún es abundante en cuanto a las casas de adobe y entre las cuales emergen ante la vista antiguos hornos de piedra.
Danza en el cielo de Quilamula.
Al igual que en otros bellos pueblos de nuestro estado, en Quilamula hay momentos que nos provocan la sensación de que el tiempo se niega a pasar, ya sea por sus calles empedradas, por su megáfono ubicado en la plaza en donde se comparten diversos mensajes entre los habitantes, por la armonía entre lo construido y el entorno natural del bosque tropical seco, por la mirada y sonrisa de quien se sabe viviendo en un rincón lleno de vida, por la tranquilidad con que la niñez camina de casa en casa con sombrero bien puesto, o por la costumbre de recostarse en las bancas de la plaza para observar cielos azules, nubes curiosas que tampoco llevan prisa, y repentinas aves cargadas de colores y cantos únicos.
En estas tierras aún se guarda orgullosamente el eco del General Zapata, quien se dice fue cálidamente acogido por los habitantes. Incluso, algunas fuentes mencionan que una de sus hijas nació en Quilamula. De igual forma, se menciona que en los cerros que rodean al pueblo, Zapata dejó un tesoro, el cual solamente él y otra de sus hijas sabían de su exacta localización. Sobre este tema existen una serie de leyendas que bien podrían ser la esencia para el desarrollo de una experiencia turística.
Sin duda, Quilamula es uno de esos rincones asombrosos que tiene nuestro estado con un enorme potencial para el desarrollo del turismo alternativo. A través de proyectos ecoturísticos, de turismo cultural y de turismo rural, se pueden generar estrategias que promuevan un mayor conocimiento del sitio y, por lo tanto, que se garantice la conservación de su patrimonio.
TEXTO:
OMAR PANIAGUA SOTELO.
PROFESOR DE LA ESCUELA DE TURISMO. UAEM.
FOTOGRAFÍAS:
FERNANDO RUIZ VÁZQUEZ.
PROFESOR DE LA ESCUELA DE TURISMO. UAEM.