Nuestro maravilloso estado de Morelos posee una riqueza biológica importante que se procura conservar a través de las áreas naturales protegidas, tanto federales como estatales. Sin embargo, es mucho el desconocimiento que aún se tiene de nuestra biodiversidad, lo cual es un riesgo latente para mantener la viabilidad de nuestros ecosistemas. Una estrategia alternativa y necesaria para lograr los objetivos de la conservación de la naturaleza es el turismo.
La biodiversidad se ha convertido en un recurso utilizado para generar actividades e incluso productos ecoturísticos. Cada vez, es más común encontrarnos con especies animales, vegetales o de hongos que son el blanco principal de los turistas y de los planeadores turísticos.
En esta ocasión, exploramos un poco de la biodiversidad que se encuentra entre los límites del pueblo de Ahuatepec y el municipio de Tepoztlán, particularmente, en donde en otros tiempos se encontraba la vía por donde pasaba el tren.
Durante un recorrido que realizamos, por aproximadamente cuatro horas, pudimos observar una gran variedad de flores, insectos, aves y hongos de formas y colores espectaculares. Nuestro sendero comenzó introduciéndonos en un camino boscoso, cuya belleza en sí es un atractivo para todo visitante, además de provocar un estado de relajación, pues es bien sabido que el contacto con la naturaleza ayuda a reducir los niveles de estrés. Sin embargo, es importante siempre estar alertas, ya que existen especies (o el mismo terreno) que podrían ponernos en riesgo.
Siguiendo con el recorrido, pudimos observar una amplia diversidad de especies de insectos y arácnidos interactuando con la flora del bosque. Este tipo de organismos se está convirtiendo en un recurso fundamental para el turismo de lupa, además, la interpretación basada en su importancia biológica enriquece a los visitantes que disfrutan de este atractivo turístico.
Otro objetivo para los amantes de la naturaleza es capturar en fotografía la belleza de las flores que se encuentran en los bosques, con el fin de apreciar los colores y las formas caprichosas que han evolucionado para adaptarse a las condiciones ambientales.
Uno de los beneficios de aprovechar de manera adecuada a los ecosistemas como producto turístico, es que nos regala paisajes, especies e interacciones diferentes según la época del año en que se visite. Por ejemplo, en este recorrido que hicimos pudimos encontrarnos con todo un “bosque” de hongos tan variados en formas, tamaños y colores. Los hongos, que a veces se piensa que son plantas, pertenecen al reino “Fungi” y poseen sus propias características. Este tipo de organismos son de gran importancia para el ecosistema, pero también para el ser humano. Particularmente, existen hongos de importancia farmacéutica, otros que son alucinógenos, otros poseen toxinas que pueden matar a quien lo consume, y también están los que son comestibles. En estos últimos pudimos observar dos especies que son consumidos por las comunidades cercanas: la oreja de casahuate y los hongos azules.
A pesar de que el recorrido que hicimos fue relativamente corto, la variedad de especies que apreciamos fue motivante para seguir haciendo este tipo de actividades. Sin embargo, es necesario que los turismólogos, junto con la comunidad, trabajen para hacer de nuestros bosques un espacio adecuado para la práctica turística sustentable, que se ponga énfasis en la importancia de la interpretación de la naturaleza para garantizar el disfrute y aprendizaje de los visitantes y, sobre todo, que se conserven nuestros ecosistemas para que las siguientes generaciones puedan seguir disfrutándolos.
TEXTO Y FOTOGRAFÍAS:
MTRO. OMAR PANIAGUA SOTELO.
PROFESOR DE LA ESCUELA DE TURISMO, UAEM.