Seguramente se van a meter otros que la ley los faculte y eso hará más interesante el tema. Evidentemente Fidel tiene estructura al interior del PRD—Morelos, pero Juan Salgado Brito es mejor conocido en Morelos y, posiblemente su figura sea menos polémica que la del aguerrido temixquense.
Ahora, vital será conocer qué tipo de encuesta se hará porque el modelo beneficiará, según el caso. Si es abierta, la posibilidad de Juan crece. Si lo hacen con militantes del perredismo, es Fidel el favorecido. Como en los encuentros deportivos, ya de futbol o de boxeo, el momento anímico es de Salgado Brito, que con paciencia se metió en los tribunales y ha ganado el primer asalto.
¿Qué porque la relevancia de esta primera posición al senado? La lógica, la dinámica, las encuestas y el correo de la calle, indica que los dos primeros en votos van a ser el PRI y la coalición que incluye al PRD—Morena y Anexas, así que los primeros en ambas listas de partido, seguramente estarán en el senado. Una, la del PRI, prácticamente ganó el premio mayor porque en la búsqueda de una regiduría que no sería de las primeras tres, entró de última hora por aquel infortunio verbal de Francisco Moreno. Y el que ponga el PRD.
Otro punto que hará de anotar: las posiciones primeras en el PRD estatal las hizo Graco Ramírez dejando a un lado a Raúl Iragorri, Rabindranath Salazar y Juan Salgado, que son de la corriente de AMLO, sobre todo el primero y tercero. El diputado Rabín se excedió en Jiutepec, se cubrió en el Congreso y tuvo una baja natural del que quiere ayudarse para evitar eventos desagradables en el futuro. Eso lo saben adentro y afuera. Juan Salgado no deja de ser un referente político de Morelos en el país, desde su larga permanencia en el PRI. Es un político vertebrado, más allá, seguro, de los que compiten en otras fórmulas del partido que quieran. Le tocaron momentos adversos que los vivió y asimiló y como el propio Andrés Manuel salió de su partido de origen.
En caso de Salgado Brito sería una buena presencia en la tribuna del Senado. Es un hombre de tablas. Fidel cuenta con experiencia pero es indudablemente más silvestre y generaría –por su estilo protagónico— una que otra broma de sus compañeros de cámara y, algo que debe considerar, de otro tipo de prensa como es la que cubre esos lugares.
Carlos Fuentes
Lo que se diga bien o extraordinario de Carlos Fuentes, es del tamaño o inferior de su grandeza. Una oportunidad, una sola, de estar cerca de él. Quizá después no lo recordó pero se lo decíamos con énfasis: Morelos, su belleza, su sol, su aire. La suerte de un avión semivacío, cuatro horas alrededor de viaje en el año de 1993, por abril. Un pasillo nos separaba que no fue obstáculo para una charla de cuando menos una hora. Lo reconocimos y le saludamos con respeto. Iba solo a Nueva York, viaje de negocios, decía.
“Me gusta Tepoztlán, Tlayacapan, la cecina de Yecapixtla y comer en Las Mañanitas. Como ve, sí conozco su tierra”, dijo.
Le respetamos su espacio y no volvimos a tener contacto con él, luego que despertó de una breve siesta y preguntó por el Casino de la Selva. “¿Cómo está?”, indicó. “De pie”, le contestamos. No imaginábamos que pocos años después, tres o cuatro, acabarían con él para hacerlo un complejo comercial. “Traté con don Manuel Suárez, su dueño, un buen tipo, directo, altruista, con mucha cultura, bravo, emprendedor”, marcó el brillante autor de grandes obras.
Luego el saludo de ida y despedida, nunca lo volvimos a encontrar más que en sus notas ocasionales, alguno de sus libros y fotografías con su eterna galanura. Se nos murió a los mexicanos, al mundo, uno de sus últimos hombres grandes, que parece subrayar un epitafio con una frase que entresacamos de un diario nacional en relación a su “Gringo Viejo”: “Nadie me verá viejo, siempre seré joven porque hoy me atrevo a ser joven. Siempre seré recordado como fui”.
Y vaya que sí. Mexicano ilustre, ciudadano del mundo, figura universal. Nada más.
Eduardo Valle “El Búho”
Pasado mañana cumple dos semanas que murió Eduardo Valle Espinoza, “El Búho”, referente histórico de la represión de Tlatelolco y tres años preso en Lecumberri por ser uno de los dirigentes universitarios. Nos llevamos siempre bien a partir de la coincidencia en la Unión de Periodistas Democráticos de México, la recordada UPD. Venía de visita seguido y ya sabíamos que tequila gustaba, gran conversador. Tuvimos experiencias gratas con él y otros colegas en la ciudad de México. Una de estas, tras la inauguración de la obra “Cada Cabeza es un Mundo” de Efrén, en compañía de Andrés Bustamante –“El Güiri Güiri”—y algunas y otros colegas, cenamos en el restaurante japonés Miyoko de la Condesa. A la hora de pagar se levantó “El Búho” y dijo: “Ahí pagan, porque yo no recibo chayotes y ustedes seguro que sí”. Abandonó el lugar y salió a fumar a la calle.
Por ahí le dimos un aventón a su casa (frente a TV Azteca si mal no recordamos) y le lanzamos: “Oye pinche Búho, ¿de veras muy honrado?”. Su respuesta hizo estallar la carcajada: “Ni tanto, pero que me quedaba, mira no traigo ni un peso en la bolsa. Es más, métete en esa callecita y cómprame una botella con refrescos, y que no se te olviden los cigarros”. Y le obedecimos.
Aquí tenemos la última que físicamente nos abrazamos. En el Sanborn’s de Juárez aquí en Cuernavaca, mientras buscábamos un libro, vimos entrar por la puerta principal a una cabellera inconfundiblemente hacia que se mecía de un lado a otro y sostenidos por las orejas los lentes de casi fondo de botella. Era él. Casi atrás, entre seis y ocho sujetos de traje, grandotes, que caminaban como policías, vestían como policías y seguramente lo eran. La primera idea atravesada fue que “iban por él”. Entró a los sanitarios y nos fuimos acercando, pasamos entre los tres primeros afuera y estaba, hasta el fondo, “tirando el agua”. No podíamos llegar cerca de él, así que nos la jugamos: “Ese Búho”. Todos, hasta él voltearon. Comenzó a sonreír, pidió que nos laváramos las manos y saliéramos de los baños para darnos un abrazo. “Ya vez a la gente, mal pensada”, y risas de él, el que escribe seguía con la duda de qué hacía con esas personas que llamaban la atención de todos.
Lo primero que se nos ocurrió fue: “¿Qué haces con estos monos, te llevan detenido o te has enriquecido que hasta guaruras puedes pagar?”. “No güey, vamos a echarnos un refresco, vamos, ahí te platico” y entramos al restaurante, en la terraza de lo que fuera la mansión “El Alazán Tostado” de Gonzalo N. Santos.
-“Mira, te voy a explicar”, dijo. “Di un giro a mi vida, ahora trabajo directamente con el procurador general Jorge Carpizo, soy el jefe de un grupo especial que combate a los grupos del narcotráfico”, marcaba. Nos sorprendía.
- “¿Tú, Búho, policía, si te remadrearon en el 68? No mames”.
--“Soy diferente, sabes que he andado jodido, Carpizo es mi amigo, le tengo confianza, me pagan muy bien, soy honrado y no me da miedo, ando sobre los cárteles del Golfo y el de Juárez, le voy a hacer un bien a la nación, a los mexicanos”. Lo decía convencido, así como era él, tal cual Búho Valle Espinoza. Cerramos el capítulo, hablamos un rato de los amigos comunes cuando se acercó uno de sus elementos con un respetuoso: “Señor, estamos en tiempo”.
Chocamos los vasos de coca cola espantosa del Sanborn´s, esas de máquina, y nos dimos el abrazo de despedida. Nunca volvimos a vernos. Dos llamadas en varios años. Supimos se había exiliado a los Estados Unidos, leímos sus artículos en El Universal, nos enteramos por terceros que andaba mal, de probable cáncer. El domingo leíamos un artículo en “Proceso”, quizá el último que hizo, muy al estilo “El Búho”. Su foto, a lo mejor reciente, como siempre riendo.
Personajazo Eduardo, único “El Búho”. Un abrazo más. Y el recuerdo alegre una noche en el salón de la Alianza de Barrios que servía de jardín del Clarín añorado, con el grito de Eduardo desde arriba. “Oye, más pomos, ¿o que de plano están muy jodidos?”. Celebrábamos la presentación de uno de sus libros y estaba mucha flota de informadores locales y algunos que venían de México con él. ¡Salud!
1 comentario
Hey
Muchos esperamos que Juan Salgado Brito sea el abanderado de las izquierdas… Compartelo!