Por eso, si estabais pensando ponerles doce uvas esta noche a los pequeños también, pensad dos veces si es una buena idea, o pensad al menos si hay una manera de darlas para que no sean peligrosas.
Son blandas, pequeñas y no se deshacen
Si me preguntarais por las características que tiene que tener un alimento para lograr asfixiar a un niño pequeño os diría que tiene que ser lo suficientemente pequeño como para poder ser respirado, blando para que pueda pasar bien e impactarse en la vía aérea y ser incapaz de deshacerse con la saliva o con agua.
Parece que esté describiendo las uvas, ¿verdad? Pues sí, las uvas son así y por eso son uno de los alimentos con los que más se asfixian los niños, pero no el único. Como ya os contamos hace unos meses (aprovecho para recordarlo porque esto es importante):
Los alimentos más comúnmente asociados a la asfixia fatal entre los niños son los perritos calientes. Los perritos calientes comparten las características físicas descritas anteriormente para los juguetes de alto riesgo. Son cilíndricos, del tamaño de las vías respiratorias y compresibles, lo que permite que se atasquen firmemente en la hipofaringe de un niño y ocluyan completamente las vías respiratorias.
Otros alimentos de alto riesgo son los caramelos y dulces duros, los cacahuetes y frutos secos, las semillas, las uvas enteras, las zanahorias crudas, las manzanas, las palomitas de maíz, los trozos de mantequilla de cacahuete, los malvaviscos (o "nubes") y el chicle. Muchos de estos alimentos, como los caramelos redondos, las uvas, los malvaviscos y la carne / salchichas, comparten las mismas características físicas de alto riesgo que crean tapones eficaces para la vía aérea infantil.
De forma similar a los globos de goma, la mantequilla de cacahuete puede ajustarse a las vías respiratorias y formar un sello tenaz que es difícil de desplazar o extraer. Es de destacar que muchos alimentos con características de alto riesgo asociados con la asfixia son de fabricación humana. Estos alimentos están diseñados y, por lo tanto, son susceptibles de cambio, a diferencia de productos alimenticios de origen natural tales como ciertas frutas y verduras.
Los fabricantes de alimentos que con frecuencia son consumidos por los niños deberían, en la medida de lo posible, diseñar estos productos de forma que se minimice el riesgo de asfixia en el colectivo infantil.
Las salchichas son los que más, aunque habría que diferenciar una cuestión importante: la frecuencia. Este estudio está hecho en Estados Unidos, donde seguro que los niños comen muchísimos perritos calientes. Si por ejemplo comen una vez a la semana y sufren un episodio de asfixia una vez al año (me lo invento), podría decirse que un niño tiene que comer 52 perritos calientes para llegar a ahogarse.
Si hablamos de uvas, que seguro que comen muy pocas veces, pongamos tres veces al año, pero también se produce un episodio de asfixia, podríamos decir que un niño tiene que comer tres veces uvas para que ahogarse.
Con esto solo estoy diciendo que el que más frecuentemente produce asfixias son los perritos calientes, pero que eso no quiere decir que sea el más peligroso (los niños se asfixian también con la manzana, algunos con el pan incluso, y eso no quiere decir que sean muy peligrosos, porque son alimentos que consumen casi cada día). Y no lo digo para defender las salchichas (hay que cortarlas, mejor a lo largo y no en rodajas), sino para que se entienda que hay alimentos más peligrosos aún, que aparecen en las estadísicas a pesar de que los niños apenas los consumen (los frutos secos también se mencionan como causantes de asfixias, y los niños pequeños apenan los comen: imaginad lo peligrosos que llegan a ser).
Además, añado algo: hablan de que la crema de cacahuete es muy peligrosa. En España apenas se consume, pero sí comemos quesitos triangulares que también son súperpeligrosos por la consistencia en que están fabricados. Ojo con esto, que se quedan adheridos a la vía respiratoria con una facilidad pasmosa y es muy difícil sacarlos de allí.
¿Cómo les damos las uvas esta noche?
Volviendo al tema que nos ocupa, las uvas, deciros que hay una manera de que las puedan comer sin apenas riesgos. Lo primero, según la edad que tengan, evitar la competición. Comer rápido es llamar al peligro, así que si son menores de 5 o 6 años, mejor que no hagan lo de uva por campanada.
Lo segundo es modificar la forma de la uva. Si por su forma natural es peligrosa, vamos a modificarla: retirar la piel es una buena manera de quitarle la posibilidad de tener una forma redonda imperturbable, y si además la cortamos en dos o tres trozos, el peligro será mínimo.
Además, al abrirlas, podremos quitar las semillas si las tuviera, de modo que en vez de ponerles 12 uvas les podemos poner 12 trozos de uva. O cinco, o nueve, o catorce... porque al final lo importante no es que intenten comérselas en 12 campanadas, sino que se las coman con nosotros porque es una tradición, pero no (todavía) una competición.