Para el estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, se observó cómo las grabaciones de diferentes tonos de voz afectaban al comportamiento de los perros. Los investigadores encontraron que la voz que usamos para dirigirnos a nuestros animales de compañía (más dulce, más alta y más lenta que la de nuestro discurso normal) tenía un gran efecto en los cachorros. La mayoría de los perros adultos, en cambio, no reaccionaron de manera especial a ese tono infantilizado.
La conclusión es que los cachorros de perro son muy reactivos a los sonidos que usamos cuando tratamos de cambiar su comportamiento: hablarles como a un bebé tiene un valor funcional y es beneficioso para su entrenamiento. Sin embargo, cuando crecen dejan de reaccionar de forma especial a ese lenguaje y es muy posible que se sientan más motivados por la presencia directa, los gestos y la expresión facial de sus dueños.
Entonces, ¿por qué seguimos hablándoles como a bebés? El coordinador del estudio, Nicolas Mathevon, de las universidades de la Ciudad de Nueva York y Lyon (Francia), señala que el discurso dirigido a los perros es muy similar al que usamos con nuestros hijos, un lenguaje que se sabe que atrae la atención de los bebés y promueve el aprendizaje de idiomas. Este lenguaje podría ayudar a los cachorros a aprender palabras nuevas, como ocurre con los niños, pero parece que de forma instintiva también nos comunicamos con los perros adultos como si siguieran siendo nuestros bebés. | Vía: Gizmodo