La creencia es que el café es una sustancia diurética.
En otras palabras, que incrementa la producción de orina y nos hace perder líquido más rápido de lo que lo recuperamos, especialmente si seguimos bebiendo café. Da igual que sea con hielo.
El origen de este mito se remonta a un estudio de 1928 en el que tres personas que llevaban meses sin tomar café experimentaron un aumento notable de la producción de orina tras tomar una dosis de cafeína correspondiente a una taza de café.
Es cierto que el café es un diurético, pero el estudio tiene una segunda parte que no arraigó en el imaginario colectivo tanto como la primera.
Esa segunda parte es la tolerancia a la cafeína. El efecto diurético de la cafeína no solo es débil, sino que nuestro organismo desarrolla tolerancia con tanta rapidez que en apenas cuatroo cinco días desaparece completamente. En otras palabras, si ya tomamos un café o una Coca-cola al día, la cafeína no tiene más poder diurético sobre nosotros que el agua.
Hace cerca de diez años, un nuevo estudio confirmó las conclusiones del de 1928. Más recientemente, un estudio publicado por la Sociedad Americana de Nutrición elaboró un índice de bebidas en atención a su capacidad para hidratar el organismo. Entre las bebidas que eran más hidratantes que e mismísimo agua estaba la leche, el zumo de naranja y el café solo. Si hace calor y te apetece un café, no te cortes. No te dejará seco. [Griffith University vía Science Alert]