¿Te sientes tan melancólico que lo único que te dan ganas de hacer es dar scroll a páginas como éstas en busca de algo que te arranque el sentimiento de pesadumbre que habita en tu pecho?.
Tal vez sólo a excepción de personas excesivamente optimistas o que fingen nunca estar descontentas, a la humanidad la ha embargado un sentimiento de pavorosa incertidumbre, tristeza y melancolía que no atina a explicar. Ese sentimiento puede darse en medio de una tarde de domingo, después de tener sexo, tras la lectura de una novela, al término de un concierto, cuando te despides de un amigo o simplemente en medio de una nada que envuelve el alma.
Si algo parecido estás sintiendo en este preciso instante y no atinas a definir qué es exactamente, entonces estás experimentando algo llamado "saudade". El término no tiene una definición exacta, ya que es mucho más poético o metafísico que tangible. La RAE se limita a definirla como soledad, nostalgia, añoranza. Alrededor suya se erigió un movimiento literario conocido como saudosismo, durante el siglo XX, en tierras portuguesas, territorio donde se acuñó la palabra. El creador del movimiento fue Teixeira de Pascoaes, poeta lusitano que afirmaba que el saudosismo era la mejor manera de definir el sentimiento de la poesía de su nación.
«La saudade y el “morir de amor” (otra cara del mismo prisma de tierna afectividad y de la misma resignación apasionada) son realmente las sensaciones que vibran en las mejores obras de la literatura portuguesa, en aquellas que le dan nombre y renombre», dice Carolina Michaëlis de Vasconcelos en su ensayo Sobre la saudade portuguesa.
Saudade suena a algo etéreo, lejano, triste y perdido. Pablo Neruda se sintió fascinado por el término y lo expresó de la siguiente manera: «¿Qué será? Yo no sé. Lo he buscado en unos diccionarios empolvados y antiguos y en otros libros que no me han dado el significado de esta dulce palabra de perfiles ambiguos. Dicen que azules son las montañas como ella, que en ella se oscurecen los amores lejanos, y un noble y buen amigo mío (y de las estrellas) la nombra en un temblor de trenzas y de manos».
Es cierto que este término portugués no tiene un equivalente en otras lenguas (ni melancolía o añoranza logran definir exactamente lo que esta palabra significa en sentido estricto), sin embargo, sí que se puede sentir en el momento en que un tedio o un pesado vacío se anida en tu corazón de manera inexplicable. La saudade define el espíritu de lo que jamás volverá, que se ha ido dejando dolor en el alma y que provoca una congoja tan cruel que no permite que la persona disfrute del presente.
Para los literatos, la saudade es una fuente idónea de recursos para profundizar sobre ella, escribir líneas inspiradas en este sensible significado y llevar a un estado metafísico un sentimiento difícil de definir pero que forma parte del alma de cada ser humano. Miguel Falabella, escritor brasileño, ahondó en el sentido de esta poderosa palabra cuando escribió: «La saudade que más duele es la de quien se ama. De la piel, del olor, de los besos. De la presencia y hasta de la ausencia consentida».
Poniendo una barrera muy clara entre el significado de una y otra palabra, la saudade es para los escritores de lengua portuguesa algo equivalente a la chingada que Octavio Paz desarrolló en su ensayo El laberinto de la soledad. Ambos términos han sido muy explorados y analizados al formar parte de una manera de pensar y de expresarse que connota la cultura de los países donde ambos términos nacieron. Forman parte de ese tipo de palabras de difícil traducción en otras lenguas, por ello es que son tan únicas y especiales en cuanto a su concepto. También es por ello que han sido analizadas de manera tan profunda por algunos de los pensadores y artistas más importantes de sus respectivos países.
Saudade no sólo podría tener un significado negativo al referirse a sentimientos de sufrimiento, pérdida y nostalgia, sino que podría verse al mismo tiempo como una invitación a sentir de manera profunda las vibraciones inexplicables que en un momento embarguen tu ser. Viéndolo de esta manera, podría haber saudades que te recuerden el privilegio de estar vivo y con ello la posibilidad de que tu alma o corazón sientan impulsos de avanzar, percibir el mundo en toda su magnitud y aprender la mayor cantidad de conocimientos posibles.
En su sentido más trágico, la saudade no sólo hace referencia a lo que ya no está, sino a lo que no estará. O sea que también podría ser un recordatorio del destino inevitable de todos los seres humanos, la muerte. Ese final del camino, el último aliento de vida, la luz al final del túnel hacia la que todos viajamos y que no sabemos en qué momento hará presa de nosotros. Saber que no hay nada que se pueda hacer al respecto ante la tragedia del momento en que el telón caiga sobre tu cuerpo, para cortar la obra que representas, también te puede causar nostalgia de manera anticipada.
Saudade está presente por todos lados: en los momentos más especiales al saber que ninguno de ellos será eterno y en los instantes más grises al saber que algo especial podría estar ocurriendo en su lugar pero no tienes la capacidad de atraparlo. Saudade es una palabra hermosa pero una de las más trágicas, un recordatorio incesante de que no puedes darte el lujo de perderte aquello que más felicidad te otorgue. Saudade es poesía de tristeza, melancolía y luminosidad que nos recuerda el ayer que nos dejó sin los seres a los que amamos.