Si eres de esas personas que a menudo se ponen rojas de vergüenza, ya puedes dejar de sentirte culpable; pues éste podría ser un buen síntoma.
Si no tienes un amigo que se sonroje por absolutamente todo, entonces quizá tú eres ese amigo. Si es así, no debes sentir vergüenza por ello; incluso cuando tu grupo de compañeros te hagan sentir que es una especie de defecto, éste puede delatar tu mejor virtud.
Más allá de poner en evidencia la inseguridad o timidez de una persona, la realidad tiene algunas otras cosas que de hecho resultan mucho más positivas de lo que crees.
Los datos obtenidos a partir de un estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology en noviembre de 2012 señalan que ruborizarse, además de ser una clara señal de vergüenza o timidez; es la manera en que el cuerpo pone en evidencia a una persona sincera y confiable. Al aparecer en momentos de presión o incomodidad; alguien que se sabe incapaz de mentir o expresar su descontento, se ruboriza con más facilidad que los demás.
Para obtener estos resultados, los realizadores del estudio entrevistaron a 60 estudiantes universitarios quienes dijeron demostrar vergüenza a través de ademanes como bajar la mirada, cubrirse la boca durante la risa y el enrojecimiento facial. Dichas expresiones son accionadas por el sistema nervioso simpático después de una situación que genere miedo o cualquier especie de sensación bochornosa.
Explicar el enrojecimiento facial es realmente sencillo, pues éste está ligado directamente con la secreción de adrenalina después de experimentar emociones fuertes. Dicha hormona dilata los vasos sanguíneos de la cara y aumenta la presión sanguínea, lo que ocasiona el tono rojizo tan característico de la vergüenza o la pena.
Finalmente, si hacemos caso al estudio, tenemos que cualquier tipo de gesto que se relacione con la pena ya sea cubrirse el rostro o el mismo ruborizado; este tipo de manifestaciones no debe ocultarse por ningún motivo. Más allá de evocar la vergüenza y la pena, estas respuestas involuntarias del cuerpo no son otra cosa más que la muestra indiscutible de que aún hay personas que se preocupan por los demás, tanto así que tienen —o al menos eso procuran— bastante cuidado con sus actos y palabras para no dañar a los demás; por ello, cuando intuyen que han cometido una falta, no pueden evitar sentirse avergonzados.