Todos vienen de la caña de azúcar, pero sus propiedades, sabor y textura varían mucho
Este producto se encuentra en casi todas las cosas que consumimos, desde los lugares más evidentes como los pasteles o refrescos hasta unos que resultan sorpresivos como la salsa de tomate y algunas marcas de pechuga de pavo. Y aunque en los últimos años han surgido nuevas formas de agregar endulzante a las cosas, —miel de agave, stevia o dátiles, por ejemplo— siempre existen las azúcares más clásicas, como refinado, mascabado y moreno. ¿Sabes cuál es la diferencia entre estos? Acá te lo explicamos.
El término que toca aprender para entender las diferencias es melaza: un bioprodcuto del cocimiento de la caña de azúcar que parece una miel oscura.
Azúcar mascabado: esta es la más natural de todas, su coloración y textura se deben a que se obtiene de forma directa tras exprimir el jugo de la caña. Después se deja secar y se muele. No pasa por procesos de refinamiento por lo que es la única que contiene minerales y vitaminas (aunque en una cantidad muy baja). Su sabor suele ser más profundo y con notas a caramelo.
Azúcar morena: aunque está un poco menos refinado que el blanco, en realidad no hace gran diferencia en cuanto a su contenido. Sin embargo aún conserva un poco de melaza —por ello su coloración— y todavía conserva una notas a caramelo aunque más tenues que el mascabado. Este tipo de azúcar es casi igual que la blanca, está compuesta en un 95% de sacarosa, mientras que la blanco es 99%.
Azúcar blanca: también conocido como refinado, este es el tipo más procesado. No contiene nada de melaza, por eso su textura es fina. Su sabor resulta mucho más neutro y es el tipo de azúcar más utilizado en las grandes industrias.
Vía: Food & Wine