El arte no conoce fronteras, cualquier idea o concepto es válido y significativo, al menos, para el que lo crea por eso, hay obras que causan fascinación y son desconcertantes al mismo tiempo; es el caso de algunas creaciones de la artista Jennifer Allnutt.
Imagina que un día, andando por las calles de nuestra ciudad, paseando por un bosque o recorriendo un barrio residencial, se sienten observados y descubrís que es la propia naturaleza la que los está mirando.
Allnutt tuvo una idea y creó este curioso y original proyecto que consiste en recolectar rocas y piedras, transformarlas con grandes y expresivos ojos pintados y devolverlas al paisaje para que alguien las encuentre o se pierdan para siempre.
En una estancia en Queenstown (Tasmania), que es un lugar con una extensa historia minera, la artista observó que había muchas rocas inusuales en todas partes, por eso comenzó una colección; lo que empezó como algo para ella misma, se convirtió en un proyecto de arte comunitario.
La joven creadora de Melbourne, dice que el arte ha sido una parte fundamental de su vida desde que fue criada por su abuelo; en 2007 descubrió su amor por la pintura al óleo y desde entonces no ha podido dejar su pincel, lo aplica hasta en las piedras.
La pintura de Jennifer se mueve entre el realismo y el ilusionismo; cuando no pinta piedras, en sus retratos surrealistas, explora lo extraño, la mente inconsciente, la transformación y la identidad.
Confiesa encontrar inspiración en los sueños, la mitología, sus experiencias personales o sus conversaciones; habitualmente ella usa la yuxtaposición para considerar las divisiones entre mente y cuerpo, hombre y naturaleza y realidad y representación.
Sus obras son descritas en su web como pequeñas intervenciones surrealistas y una mirada profunda y penetrante; quizás ha llevado al extremo estas ideas y estas bases conceptuales en su colección de piedras y, a nosotros, nos deja claro algo, nunca fue tan bello y tan desconcertante el arte rupestre.
Jennifer Allnutt: Web