Empecemos por hablar del famoso ‘frío de muerto’, una creencia propia de Centro y Sudamérica que, dicen, afecta tanto a la embarazada como al pequeño que espera. Según la creencia, el bebé puede nacer con enfermedades y afecciones diversas como consecuencia de haber estado expuesto a un recién fallecido.
Incluso, hay madres que alejan a sus hijos menores de dos años de velorios y entierros, pues creen que aún pueden presentar síntomas como la inapetencia. Sin embargo, no te preocupes de más, estas manifestaciones pueden deberse a causas muchos menos complejas, ayúdalos a recuperar el apetito con estos consejos.
Según esta creencia, también se debe evitar que el niño tenga contacto con un adulto que, a su vez, estuvo cerca de un muerto. Este mal se suele curar con rezos y baños con agua caliente, hojas de guayabo y hojas de naranjo amargo.
Pero, además, estas supersticiones pueden acarrear problemas graves porque, en algunas regiones del mundo, se sana al bebé afectado introduciéndolo en una res eviscerada para recuperar el calor vital. Está por demás decir que, en ocasiones, el desenlace ha sido fatal.
Nada es más importante que evitar caer en la desesperación. Si tu pequeño no quiere comer o su temperatura corporal es baja, debe atenderlo un médico especialista. El ‘simple’ hecho de sacudir a un bebé puede desatar síntomas que, al confundirse con alguna de estas creencias, nos ponen en jaque.
¿El ‘frío de muerto’ existe?
Es bien sabido que los cadáveres sufren un proceso natural de enfriamiento en las horas posteriores al fallecimiento. De ahí que se hable del algor mortis, un término que proviene de dos raíces latinas: ‘algor’ significa ‘frío’ y ‘mortis’ se traduce como ‘de la muerte’.
Y aunque esto explica lo que sucede con quien ha fallecido, hay una brecha grande entre un fenómeno con explicación científica y la superstición de que permanecer cerca de un cuerpo inerte puede dañar a una mujer embarazada. Esta última, carece de fundamento racional.
Sin embargo, vale la pena mencionar que el shock de la muerte de un ser querido puede causar exceso de estrés a la madre y, al liberar grandes cantidades de cortisol, estaría afectando el desarrollo del cerebro fetal. Lo que también podría causar trastornos que limiten las relaciones del niño.
No solo eso, también es una posibilidad que el estrés severo y la ansiedad aumente el riesgo de problemas mentales y de conducta del bebé que está por nacer. En caso de depresión por la muerte de un familiar o amigo, también pone en riesgo el desarrollo emocional y motriz del pequeño.
¿Crees en el ‘frío de muerto’? Ahora sabes que tu buena gestión emocional protege más a tus hijos que alejarlos de un velorio.
Con información de Semana.