Desde hace varios años se puso sobre la mesa la discusión al respecto de la generación de cristal, chicos jóvenes que tienen a ser frágiles o que se sienten fácilmente ofendidos por su entorno. Pero algo que quizá pocas personas se han preguntado es quienes son los responsables de los hijos que se volvieron intolerantes a muchas cosas que solían ser comunes.
Mucho se dijo que la televisión o las redes sociales serían las responsables de que a estos jóvenes no les agrade mucho la forma en la que el mundo funciona en la actualidad; y cuidado, porque ahora todo parece indicar que son los papás boomers los que deben cargar con esta responsabilidad de la forma en que un pensamiento cambio en unas décadas.
Los baby boomers tardíos y la generación X sería la responsable de que esta generación de niños de cristal llegara al mundo; estos chicos son la nueva juventud del mundo, pero pueden llegar a ser considerados como “inestables” o “frágiles”, de ahí que se usa el término de “cristal” por lo fácil que se rompen.
Así como las mamás millenials están haciendo hijos dependientes del celular o bien les están creando una herida de desapego por la importancia que tienen las redes sociales en su vida; estos padres de los adolescentes de la época actual son en gran medida quienes han impulsado las inseguridades de toda esta nueva juventud.
¿Por qué ellos tienen la culpa de esta fragilidad inminente?
Los hijos de la generación X (padres que nacieron entre 1972 y 1980) así como de los late boomers (que nacieron a principios de los 60) se habrían esforzado al triple por evitar que sus hijos experimentaran las mismas carencias o situaciones que ellos mismos vivieron en su infancia.
Los trataron mejor, les dieron una mejor calidad de vida, dejaron un poco de lado las reprimendas o los golpes; se empezaban a vislumbrar las primeras muestras de crianza respetuosa. Pero algo salió mal, y quizá eso sean los límites.
Estos chicos consentidos o con “F de flojos” están entrando en la adultez, pero de acuerdo con los sociólogos y psicólogos poseen carencias importantes a nivel de la empatía, la responsabilidad o la creación de un criterio.
“Ante cualquier complicación, muchos padres y educadores ven necesaria la intervención directa y, en demasiadas ocasiones, ahorran a sus hijos las dificultades y, a la postre, les protegen de los problemas que tratan de resolver por ellos”, comparte a El País el doctor en Sociología, Alberto Néstor García Martínez.
Lamentablemente, uno de los errores que cometieron estos padres -y que debe corregirse en las generaciones venideras- es que buscan a toda costa que sus hijos no experimenten el sufrimiento, pero esto los hace más propensos a no saber cómo enfrentarse a la vida. No poseen autonomía.
No todo está perdido…
Aunque quizá estos padres son los responsables, lo que es importante destacar es que esta generación de cristal no se queja de todo, reclama por lo que en su momento se normalizó y no debe tener cabida en el mundo actual.
Como por ejemplo: el acoso, la violencia sexual, la exclusión, la discriminación a las minorías, los roles que se representan en los medios, las construcciones sociales, buscan la justicia, defender las causas por las que otros no lucharon y son mucho más fuertes que sus padres; incluso pese a sus carencias.
“Los jóvenes actualmente tienen una concepción distinta de lo tolerable, de cómo relacionarse entre sí y de lo que deben o no deben admitir”, destaca Boris Berenzon.