Desde que inicié mi vida amorosa, me ha parecido un insulto que no exista un ABC de las relaciones interpersonales, ¿acaso Manuel Carreño no pudo escribir otro manual pero que aborde los noviazgos? De hecho, un debate que bien pudo ser aclarado en ese texto imaginario -y que resulta desconcertante en la era del Me Too– es aquel que gira en torno a la pregunta: ¿En realidad el hombre debería pagar la cuenta?
En pleno 2021, la duda sigue presente. Pese a que la lucha por la equidad de género data de siglos atrás, pareciera que en el imaginario colectivo de nuestros amigos, conocidos -y galanes por conocer- el tema es demasiado nuevo para encontrar respuestas claras. Es decir, ¿quién podría responder si pagar la cuenta es una señal de cariño o de poder?
Si bien, los cambios de época han planteado nuevas diferencias sociales, algunas autoras feministas como Gloria Jean Watkins (también conocida como Bell Hooks) señalan que quien todavía es el mayor beneficiario de la estructura social son precisamente los hombres.
Razones por las que los hombres podrían pagar la cuenta
Algunas de las razones más lógicas por las que los hombres podrían tener la consideración de pagar la cuenta, al menos en las primeras citas que preceden a una relación formal, se encuentran el famoso impuesto rosa y la brecha salarial. Sí, amigos, en pleno 2021 sigue existiendo una diferencia del 12 por ciento en los salarios de hombres y mujeres de nuestro país; de hecho en 25 estados de la República Mexicana la paga de las mujeres está por debajo del sueldo promedio nacional.
Ah, pero cuidado, ganar menos no significa que también cueste menos vivir. De hecho, ser mujer es realmente caro. ¿Ya mencioné el bendito impuesto rosa? Pues bien, en México, las mujeres pagamos hasta 17 por ciento más por el mismo producto de higiene personal que un hombre, según la Profeco porque las marcas invierten más en publicidad para nosotras.
A eso, debemos sumar los costos para intentar cumplir -vagamente- con las altas expectativas en torno a nuestra apariencia. Medicina estética, cirugías, tratamientos anti-vejez, pastillas para bajar de peso, ropa en tendencia, cuidado del cabello, zapatos y un largo etcétera.
La sociedad nos pide ser calmadas, atentas, comprensivas, excelentes madres, perfectas amas de casa y todo mientras cuidamos que nuestra cintura no mida más de 70 centímetros. No es nada barato intentar cumplir con las normas.
“Pero quieren equidad de género, ¿no?”
Esta es una frase que suelo leer frecuentemente. Lo cierto es que el ‘deber pagar’ no es un estricto sistema prestablecido que exija a los hombres hacerlo o de lo contrario no encontrarán pareja jamás; nada obliga a un hombre o una mujer a llevar sus relaciones de cierta manera.
Además, la igualdad y la equidad no son sinónimos. Igualdad es la correspondencia y proporción de muchas partes, un ejemplo sería que todos vistiéramos con el mismo pantalón de mezclilla; en cambio, la equidad hace referencia a la justicia natural, por ejemplo, que todos utilicemos el pantalón de mezclilla que mejor nos acomoda.
De acuerdo con Kiara Taylor, especialista en finanzas y escritora en la Harvard Business Review, lo recomendable siempre será tener comunicación clara y honesta con la persona que sales respecto a cómo quieren manejar ambos el tema de las finanzas.
“En lugar de dejar que esas suposiciones se escondan en el fondo, sé abierto sobre el dinero desde el principio. El objetivo es manejar esta situación de una manera cómoda para ambos. Si quieres pagar la cuenta es mejor evaluar primero cómo se siente la otra persona al respecto. Por ejemplo, podrías preguntar ‘¿Cómo debemos manejar la cuenta? Sé que esta conversación podría ser un poco incómoda pero me encantaría pagarla si no te importa’ y del mismo modo si deseas dividirla”.
Además, la autora sugiere llegar a estos acuerdos -y otros más profundos- lentamente, a medida que las cosas avanzan y dependiendo la situación económica de cada uno.
Al final, recuerda que las citas son simplemente para conocer a una persona y así como hay elementos que pueden hacer o deshacer una relación romántica (como la confianza o las mentiras), la forma en la que administras y hablas sobre el dinero con tu pareja también importa.
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