Hace unos días estaba platicando acerca de las memorias que nos trae la comida, como un sencillo ingrediente nos remonta a situaciones precisas, aromas inolvidables y sabores familiares que nos remueven cosas de lo más profundo de nuestro subconsciente.
Dentro de esa plática, apareció la receta de la abuelita de una persona sumamente importante para mí, y más allá de lo entrañable del relato me resultó una delicia que me era necesario compartir con ustedes.
Esta receta es nopales y chorizo en chile pasilla. Lo increíble de esta receta en mi punto de vista es la sencillez de los ingredientes y el resultado explosivo que tienen al unirse.
Ingredientes:
300g de chorizo desmenuzado
5 pz de nopales ya limpios, grandes y en trocitos medianos
5 pz de chile pasilla, sin venas ni semillas
1k de tomate verde, ya limpio y sin cáscara.
½ pz de cebolla blanca
2 dientes de ajo
Sal en cantidad suficiente
1 cucharadita de canela en polvo
2 pz de clavo de olor
4 pz de pimienta gorda entera
Procedimiento:
Para hacer la salsa, en una cacerola alta con aceite caliente colocamos la cebolla en trozos y los ajos hasta que se caramelicen, después agregamos la canela, pimienta y clavos. Posteriormente agregamos el tomate que previamente asamos en un comal y el chile pasilla asado también. Cuando todo está incorporado y a fuego medio, se le agrega un poco de agua o fondo de pollo.
Dejar que llegue a punto de hervor y mantener ahí por unos 10 o 15 minutos, cuidando que no se reduzca de más. Licuamos, colamos y reservamos
En otra cacerola, a temperatura media agregamos el chorizo para que se dore un poco, cuando eso suceda, agregamos los nopales y subimos el fuego para que se evapore la mayor cantidad de líquido.
Cuando los nopales estén a tres cuartos de cocción, incorporamos la salsa previamente colada. Dejaremos que la salsa despegue todo lo que se pudiera haber pegado y esto le dará un sabor inigualable. Llevar a ebullición y revisamos la sal que nos haga falta agregar.
Y de esta manera tendremos un platillo excepcional que nos llenará no sólo el estómago, si no también el corazón y nos recordará que la perfección a veces viene en sencillas cosas.