México es un país que se enorgullece de sus ricas y profundas tradiciones, muchas de las cuales han sido transmitidas de generación en generación. Una de las más emblemáticas y significativas es la celebración del Día de Muertos, donde se levantan altares en honor a aquellos que ya no están con nosotros.
Según la Representación Agricultura del Estado de México, "Ofrendar en el Día de Muertos es una mezcla cultural que combina ritual y memoria. Es una oportunidad para compartir con nuestros seres queridos fallecidos sus comidas favoritas y dialogar con su recuerdo". Es por esto que cada uno de los elementos que compone el Altar de Muertos tiene un valor simbólico y especial.
"El Día de Muertos es una tradición mexicana que busca honrar y recordar a los difuntos, ofreciéndoles una ofrenda con objetos y alimentos que les gustaban en vida. Esta celebración ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad".
En relación a los pisos de los altares, estos juegan un papel crucial en la representación simbólica del viaje que realizan las almas desde el más allá. En los altares de tres pisos, cada nivel representa el cielo, la tierra y el inframundo, tres elementos clave en la cosmovisión mesoamericana.
En cambio, cuando el altar tiene siete pisos, estos representan los pasos o etapas que las almas deben atravesar para alcanzar la paz y el descanso eterno. Por ende, es fundamental que cada piso contenga ciertos elementos específicos para asegurarnos de que nuestros seres queridos tengan un buen regreso y se sientan siempre bienvenidos en medio de nosotros.
Preservar y celebrar el Día de Muertos es esencial para mantener viva nuestra cultura y nuestras raíces. Es una oportunidad para recordar, honrar y compartir con aquellos que, aunque no estén físicamente presentes, siempre permanecen en nuestros corazones.