Cada 3 de mayo, México y varios países latinoamericanos conmemoran el Día de la Santa Cruz, una festividad arraigada en la historia y la cultura. Esta celebración tiene sus raíces en el cristianismo y marca el hallazgo de la cruz de Jesucristo por Santa Elena en el siglo IV.
Los albañiles son especialmente destacados en esta celebración debido a su papel en la construcción de la primera capilla dedicada a la Santa Cruz en el Cerro de Tepeyac, en la Ciudad de México, en 1514. Desde entonces, este día se ha convertido en una festividad religiosa y cultural donde se realizan procesiones, se adornan cruces y se honra la labor de los trabajadores de la construcción.
Los fundamentos religiosos de la celebración se entrelazan con la tradición de colocar una cruz de madera en las nuevas construcciones como símbolo de protección y bendición. Esta práctica, acompañada de rituales y ceremonias, ha persistido a lo largo del tiempo, incluso en grandes proyectos de ingeniería y arquitectura.
El Día de la Santa Cruz es una ocasión para la fiesta y la convivencia entre los trabajadores de la construcción. Se realizan misas donde se bendicen herramientas de trabajo y se llevan a cabo comidas comunitarias en las obras, marcadas por música, baile y la generosidad de los patronos que suelen costear estos eventos como muestra de gratitud y respeto hacia los trabajadores.
Aunque la festividad tiene raíces religiosas, se ha convertido en un punto de encuentro para todos, independientemente de sus creencias personales, y es vista como un símbolo de unidad y reconocimiento hacia la labor de los albañiles en la sociedad.