La moda rápida, conocida como 'fast fashion', es responsable del 10% de las emisiones globales de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero. En México, aunque aún queda mucho por hacer para contrarrestar el impacto ambiental de este fenómeno, diversas mujeres están tomando medidas innovadoras para revertir el daño causado.
Mireille Acquar, especialista en sostenibilidad y negocios de moda en el país, describe este modelo como "moda de masas" que busca vestir al 80% de la población sin acceso a productos de alta gama. Sin embargo, señala que la producción y el consumo desmedido han vuelto insostenible esta industria.
En México, la falta de datos oficiales sobre el impacto del 'fast fashion' y la ausencia de regulación en leyes ambientales, como la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección Ambiental (LGEEPA), agravan el problema. Además, el auge de aplicaciones que importan ropa barata desde Asia ha incrementado el consumo de moda desechable.
A nivel mundial, la industria de la moda representa más de 2.5 billones de dólares y genera más de 300 millones de empleos. No obstante, este modelo ha fomentado una producción masiva de baja calidad, donde se estima que el 73% de las prendas fabricadas anualmente terminan incineradas o en vertederos.
Iniciativas como Re.colecto, cofundada por Verónica Martínez, buscan atender prioridades como el reciclaje y el reuso de textiles. Este emprendimiento ha recolectado más de 1.5 millones de prendas para su reciclaje en Michoacán, instalando contenedores en diversos estados del país.
Por otro lado, proyectos como Ciclo Curaduría Textil, liderado por Manuela Casique y sus socias, promueven la compra, venta e intercambio de ropa de segunda mano, buscando reinsertar prendas olvidadas en los clósets de consumidores conscientes.
Estas iniciativas reflejan un creciente movimiento en México que busca combatir los efectos negativos del 'fast fashion' y promover una moda más sostenible y consciente.