Durante años, la cultura popular ha promovido las dietas restrictivas como una forma efectiva y “disciplinada” de alcanzar el cuerpo ideal. Sin embargo, especialistas advierten que este tipo de regímenes no solo son ineficaces para perder peso a largo plazo, sino que también pueden poner en riesgo tu salud física y mental.
Las dietas restrictivas se basan en reducir al mínimo las porciones, eliminar calorías o cortar grupos enteros de alimentos sin una razón médica clara. Aunque pueden generar una pérdida de peso temporal, estudios señalan que el 95% de las personas que siguen estas dietas recuperan el peso perdido en un plazo de dos años o menos.
Según el portal Health & Discovery de la Universidad Estatal de Ohio, este tipo de restricciones extremas activan mecanismos de defensa en el cuerpo. Al percibir un déficit calórico como amenaza, el metabolismo se vuelve más lento, se incrementa la hormona del hambre y disminuye la de saciedad, lo que genera ansiedad por comer.
Además, estas dietas aumentan el riesgo de atracones, es decir, episodios donde se come en exceso después de un periodo de restricción. Esto no solo impide bajar de peso, sino que afecta la autoestima y puede generar una relación poco saludable con la comida, basada en la culpa y el pensamiento de “todo o nada”.
También es importante recordar que pesar menos no siempre significa estar más saludable. Privarse de ciertos alimentos puede ocasionar deficiencias nutricionales y dañar funciones esenciales del cuerpo.
La recomendación de los especialistas es evitar seguir dietas de moda o consejos en redes sociales. En cambio, lo ideal es acudir con un nutriólogo o profesional de la salud que diseñe un plan alimenticio personalizado, basado en tus necesidades, estilo de vida y objetivos reales.
Cuidar tu alimentación también implica cuidar tu bienestar emocional, así que sé paciente, constante y amable contigo misma. La clave está en crear hábitos sostenibles, no en restricciones extremas.