Hace 10 años, los priistas manejaban una baraja en actividades nacionales; algunos de ellos fueron delegados estatales, otros se incorporaron a alguna actividad en el comité nacional. El último delegado es Jorge Meade Ocaranza, lo fue en Durango más de seis años y hoy coordina la misma función a nivel regional, lo que nos indica su vigencia. Aquí tiene presencia a través de su hijo del mismo nombre pero González, por la raíz de un hombre reconocido como lo fue su abuelo Federico “La Kika” González a través de su madre Cecilia.
Otro es Víctor Saucedo Perdomo que se hizo un experto en operaciones políticas electorales; de hecho es una obligación tenerlo en lugares difíciles. Hoy, Saucedo se reincorpora a la función pública local en el Ayuntamiento de Cuernavaca y en tanto se asiente va a rendir frutos al proyecto de su jefe Martínez Garrigós.
El caso de Samuel Palma César es aparte. Jugador de grandes ligas hace más de 20 años, nunca ha descendido a ninguna otra división, incluso sus dos estancias largas en Morelos (la primera como presidente del CDE y ahora que recorrió en varias ocasiones la entidad más que en la búsqueda de la dirigencia, reafirmando relaciones políticas con la base), fueron revisadas con detenimiento. Palma César es, sin duda, el político priista más conocido por los priistas nacionales desde hace lustros. Pero en este instante, hecha la misión de reencuentro con cuadros y base, se anota de manera natural para cualquier cargo de elección popular en unos meses. La cercanía con Luis Donaldo Colosio Murrieta, la publicación de cuando menos 10 libros de su autoría, su tarea en las áreas editoriales e intelectuales de su partido, aunado a la tarea pie-tierra de los últimos meses, ganaron a Samuel Palma como carta respetable, importante del priismo morelense. Es un hecho que Palma es el político que más conocen los periodistas llamados “nacionales”; tiene un sentido especial para el manejo de las relaciones públicas.
Existen jóvenes que deben “cuajar” como proyectos en los meses siguientes, porque la circunstancia de la elección del 2009 fue eso, una circunstancia, y quien colocara con el nombre que fuera, iba a ganar por la inercia nacional que beneficiaba al PRI. Podrá calificarse el caso de Cuernavaca de excepción por la persistencia de Martínez Garrigós. Quien opine aquí lo contrario es mitómano; se cree sus mentiras. La realidad fue tan contundente como la condición, hoy, que el presidente municipal de Cuernavaca es el referente del priismo morelense, que con él tenía que reunirse primero Humberto Moreira para revisar la situación y eso lo hace parte del proyecto de su partido en la recuperación de los espacios perdidos en los últimos 12 años.
Martínez Garrigós está en vías de consolidar su proyecto; ha cometido errores que saltan naturalmente, pero lo ha intentado. En este momento, las obras del Colegio Militar en Buenavista y Morelos Sur generan un malestar natural; se tendrán que tomar medidas inmediatas en favor de comerciantes y vecinos de la importante zona. En la revisión de sus acciones, hay que anotar un asterisco que no todos los políticos pueden contarlo en su expediente: le “llueve” por hacer obra pública. (Ahora bien, que se haga pronto, transparente y expedito, en tanto toman medidas que amortigüen las pérdidas de comerciantes que aprovechan esta temporada para paliar su propia crisis. Es una obligación, ninguna concesión de funcionarios menores, rapaces y sin compromiso social que dañan al hijo de José Manuel Martínez Hernández.)
Amigos con Moreira hace algunos años, Martínez Garrigós tuvo oportunidad en su amplia entrevista de mostrarle a su inminente presidente nacional la problemática local y el pulso del priismo, que se debe impulsar y se conoce que el todavía gobernador de Coahuila dejó algunas orientaciones en base a las expresiones del joven político morelense.