Incapaces consecutivas autoridades de apoyar cuando menos en algo la más grande tradición del fútbol morelense, el anuncio de su muerte genera sentimientos encontrados de dolor y rabia. Quien se precie de ser de la región, no sólo en el estado de Morelos sino en el oriente del Edomex y el norte de Guerrero, va a lastimarle que el “Coruco” no va a estar más.
Sentimos en las manos infantiles la malla ciclónica en la tribuna de sol, detrás de la portería, justo cuando Gabriel “El Gallo” Núñez ganaba una pelota aérea al gran José Alves “Zague”, el auténtico, el “Lobo Solitario”, padre del larguirucho zurdo hoy comentarista de televisión. O al mismo “Gallo” detener de una barrida a Carlos “El Tanque” Miloc entonces en Morelia o a Héctor Hernández, el famoso “Chale” de Las Chivas gloriosas, los multicampeones, quien según el propio Gabriel ha sido el centro delantero más fino que ha tenido el fútbol mexicano. Zacatepec, antes de esa época fue doble campeón, con figurones como Raúl Quevedo, José Antonio Roca, Raúl Cárdenas, Antonio “El Güero” Jasso, Carlos Turcato, el tremendo Ernesto “Chueco” Candia (alguna temporada con el Atlético de Madrid allá en la península), dirigidos ni más ni menos que por el mejor en la historia, Ignacio Trelles y el presidente (también el mejor directivo del futbol mexicano en el siglo XX) don Guillermo Cañedo de la Bárcena.
La transferencia del “Gallo” al América (en el éxodo al mismo cuadro de la televisión de la columna vertebral de la mejor época del fut nacional: Cañedo, Trelles, Cárdenas, Panchito Hernández, Roca) fue la primera que tuvo tintes de nota grande, dicen que fue cuantiosa. Núñez fue campeón con América, fue a Toluca, al Jalisco para retirarse ya a finales de los setentas en su Zacatepec, casi sin cobrar. Es Núñez, sin duda, la insignia del cuadro cañero a través de las décadas y le siguen los que ustedes quieran como Roberto “Monito” Rodríguez, Moisés Camacho, Cirilo “Diablo” Peralta, más acá Pablo Larios, Nacho Rodríguez o el último de los gladiadores Mario Hernández y el carismático Harapos Morales.
Los gritos en la tribuna, más adelante, entre las porras del Atlante y el Zacatepec, que culminaban con fenomenales broncas que detenían el encuentro. Eran “los prietitos” de Rafael Puente, el rudísimo uruguayo Gisleno Medina con “El Perico” González, con Giacominni en la lateral, Manolete Hernández, Marcos Rivas, en tanto los azucareros tenían a Moisés Camacho, a Francisco Marquina, a Antonio Mariaca del mero Zapata, Rito Sotelo y ese inolvidable jugadorazo (asegura El Gallo que si estuviera hoy, jugaría cuando menos en Italia o Inglaterra), Cirilo “El Diablo” Peralta. Memorables duelos. El más Villano del siglo XX del fútbol mexicano, José Luis “El Ruso” Estrada, ícono del Toluca, del mero Tacubaya, estuvo en Zacatepec, hizo época memorable y si no que le pregunten a Carlos Reynoso, el buen chileno.
La nota del buen amigo Rolando Becerril no creemos entre en los terrenos de los Santos Inocentes, porque siendo reales el estadio hace tiempo se convirtió en un fantasma. Ahí dice que se inauguró en 1948 y luego el presidente López Mateos lo reinauguró en 1954 (debe ser 10 años después que culminaba su gestión Adolfo “El Joven”), lo que es cierto es que así como generó una historia inolvidable en los morelenses, su figura fue cayendo hasta convertirla en jirones de ropa sucia, incluso le quitaron el nombre original y le colocaron el de “Zacatepetl”. Desvergüenza tras desvergüenza, a una institución que colocó al estado de Morelos en los mapas nacional e internacional.
Cuando menos 22, 23 años el Zacatepec se mantuvo en el máximo circuito con una que otra caída con regreso, pero a partir de 1983--85 nunca volvió, se quedó peleando por recuperar sus blasones sin lograrlo. Hoy vemos en la televisión un programa que se hace con esfuerzo, una apuesta fuerte, en Fox Sports que no sabemos qué harán. El futbol en Morelos fue usado con fines políticos, durante el sexenio de Antonio Rivapalacio López, tres ex cañeros, figuras indiscutibles, Gallo Núñez, Víctor “Toroka” Mendoza y el gran “Chalo” Javier Fragoso “El Juan sin Miedo” llegado del América, buscaron el apoyo del mandatario porque la franquicia iba a desaparecer por los robos de un señor de apellido Rodríguez, que como tesorero de la segunda división adeudaba en lo personal 68 millones de antiguos pesos y dejó en prenda al equipo. Rivapalacio entregó el dinero y respaldó al equipo que peleaba el ascenso con Núñez y el eterno Isidro Gil –otro referente obligado-- en el timón. Llegaron a la final contra Tijuana. Hay una parte chistosa: Rivapalacio cada quince días iba a los encuentros al “Coruco” y no ganaban, entonces la afición le pedía, por favor, que ya no fuera. Y así fue.
Sobran las anécdotas y asaltan los recuerdos, hay tiempo para que sigamos en este tema, pues aunque la nota de la demolición del estadio si es del 28 de diciembre (una inocentada, como quien dice) nos dio motivo para ir a un pasado que fue glorioso.
1 comentario
Hey
Grandes recuerdos trae esta nota. El Zacatepec fue grande y dejo muchas… Compartelo!