Cada acción política lleva como destino final hacer lo imposible por detener la inevitable asunción al poder de Eruviel Ávila en el Estado de México. Allá aquel que caiga en las múltiples redes que legal o extraordinariamente han tendido en una estrategia cara quienes todavía detentan el poder que cual pelota que se encuentra con el bate de Adrián González –el mexicano súper estrella de Medias Rojas de Boston— sólo sienten que “se van, se van, se van… hasta lo profundo”.
¿Cómo van a evitar que la tendencia social desfavorable a todos, pero encima de cualquiera a ellos, los que gobiernan, les invite a través de su rechazo a que regresen a picar la piedra que los llevó al poder? Solamente generando una revuelta y aunque cuentan con los elementos para ello las fuerzas del orden sobre todo, las tan gastadas instituciones, va a ser complicado por el grado de respuesta en la parte opuesta. El ambiente se siente tenso, los partidos velan armas, el gobierno federal gasta sus municiones desafiando incluso al poderoso vecino con lo que todos sentimos y sabemos: que nos mandan armas, y se trata de estallar con voz estentórea cuando la realidad se encierra en la popular filosofía del hidrocálido cantautor José María Napoleón cuando sentencia: “No es más hombre el que parece, ni el que grita más y espanta, sino el que lleva en su voz, la verdad de su palabra…”.
Aunque no es para tanto, la gente que no busca el hilo negro ni encontrarse con el inventor del agua tibia, entiende con simpleza que cada acción que se grita es un lamento por lo que parece han perdido, de forma mísera, el poder derretirse desde sus propias manos. Para exhibir al país entero, no hay necesidad de hacerlo en el patio ajeno, con lo que nos sucede a diario, basta y sobra. México vive una crisis gravísima, de seguridad, de desconfianza social, de gran molestia.
La PGJE, en lo suyo…
Dicen, con razón, en la Procuraduría General de Justicia que ellos no clausuran establecimientos, que los aseguran en tanto obtienen información pericial, en referencia a la discoteca Amha de la avenida San Diego, donde hace unas semanas en sus afueras asesinaron a un joven estudiante de Arquitectura. La PGJE, en voz de su área de comunicación social que maneja el colega Efraín Vega Giles, precisa que existen dos órdenes de aprehensión en contra de presuntos responsables, que la Policía Ministerial hace su trabajo.
El comentario de que funcionarios menores podrían entrar en el “bisne”, esta vez no involucra a la procuraduría; hablamos de la posibilidad de que sea en áreas del Ayuntamiento, digamos Gobernación o Licencias. Así de claro. Que actúen de acuerdo a la ley.
Aquel Triángulo
Simultáneamente, gobernaron la Ciudad de México, el Estado de México y Morelos tres miembros del grupo que fundara Isidro Favela, refrendara Gustavo Baz y consolidara Carlos Hank González. Eran días en que en la prensa no registrábamos acciones de la hoy llamada delincuencia organizada, pero tenían efecto día a día y de forma intensa. El profesor Carlos Hank era regente de la Ciudad de México y los doctores Jorge Jiménez Cantú y Armando León Bejarano Valadés gobernaban (el de aquí simulaba; vino a robar con su camarilla que incluía piratas, funcionarios y periodistas).
Morelos tenía una función: poner las pistas de aterrizaje y el combustible para que las aeronaves llegadas de América del Sur siguieran su camino hacia el norte. Operaban el tema el delegado de la Dirección Federal de Seguridad, Rafael Aguilar Guajardo, y el jefe de la judicial de Morelos, Luis Villaseñor Quiroga. En el Estado de México no sabemos qué función realizaban, pero la Ciudad de México empezaba a ser un centro importante de consumo de cocaína procedente seguramente de los sobrantes o pagos en especie de los cárteles.
Una extraña coincidencia que quizá no lo es: el ministro de Relaciones Exteriores en Costa Rica era yerno de León Bejarano. Se llama Ángel Rafael Calderón Fournier y años después fue presidente tico.