No quiere ser candidato del PRI al gobierno, con sus acciones muestra que siente confianza que es el próximo gobernador. Si logra ambas cosas, sus últimos eventos serán referentes. Si no, el PRI tiene su activo para lo que se ofrezca. La política es sumamente especial. Hoy están y mañana desaparecen. Un mal movimiento, un exceso y… adiós.
Por ello, decenas de cientos de “lupas” se colocan sobre el joven cuernavacense, unos para magnificar cada error, otros para crecer sus logros y la mayoría para revisar hasta dónde vale la pena el voto por él o en su caso su partido. Es un hecho que en la política no existen las casualidades, y si en Jojutla hablaban de 20 a 25 mil personas, en Cuautla el sábado mencionaban entre 27 y 30 mil; es producto de acciones que se inscriben netamente en el quehacer político. Unos más, otros menos. El asunto es que ahí están, que con esos votos si se suman –aunque repitan en el evento los mismos—, no se gana la elección a gobernador; sin embargo, hay programas y acciones que no saltan a la vista pero se tejen en el terreno social: un activismo estatal que, imposible, pase desapercibido. Martínez Garrigós ha echado a andar la maquinaria y, se ve, funciona por el momento. ¿Qué sigue?
Este hombre, les guste o no a los que se organizan hace tiempo para descarrilarlo, ha ganado popularidad. Tiene detractores con razones para ello, otros con obligaciones de pago para serlo y hacerlo. Es poseedor de un carácter en ocasiones intransitable en su entorno de trabajo, los cercanos hasta le temen. Lo menos que se gana el que no hace las cosas como a él le parezca, es una mentada de madre. Pero los conserva, lo que indica que también posee el lado suave, de la tersura, del político, del amigo.
El perfil que adopta Martínez Garrigós es el del candidato a gobernador que inició su campaña para tal efecto hace nueve años, tomando una Coca Cola en una paradisíaca playa caribeña. Conversación informal con dos amigos, ambos mayores que él. Uno de ellos convencido, el político probado, el controvertido que gusta de choques pero ofrece razones y estrategias funcionales. El otro, fijo en la mirada, escuchando ideas, proyectos, citas de notables políticos, comenzando a creer que valía la pena estar tan lejos de Morelos para hablar, precisamente, de Morelos a mediano o largo plazo. El centro de la atención era un veinteañero apasionado de la política, empecinado en que era presidente de su partido en Cuernavaca y ser presidente municipal, “porque voy a ser gobernador, el más joven”. Lo menos que le dijimos era que “ojalá así sea, pero es fácil platicarlo o anotarlo en un papel”. El PRI reciente había sido apabullado, como lo sería dos veces más con el mismo Manuel como candidato en Cuernavaca. La tercera fue la vencida y los casuales encuentros que tenemos, como que con la mirada y su sonrisa, recuerdan aquel atardecer en el casi paraíso antillano.
Lo debe tener presente, porque el libro de García Márquez, “Vivir para Contarla” se quedó largo tiempo cerrado sobre una silla, cuando el reto era no soltarlo hasta acabar con él. Horas después, le comentábamos al carnal la extensa perorata del joven Manuel y sólo decía: “Es cabrón el muchacho, tiene patas para gallo”. Añadimos hoy: persistente, obsesionado en la política, dedicado, hiperactivo y luego necio con sus ideas. Es un político pues, con todos sus grandes defectos, obviamente sus virtudes, pero con ellos una condición que lo aleja de adversarios propios y extraños: es dueño de un peculiar carisma no fácil de describir, pero al final con ese “algo” que la política siempre necesita.
En el 2008, a finales, este espacio lo dijo: “El PRI va a ganar Cuernavaca en julio”. En febrero del 2009 lo ratificamos en la columna. Ese año electoral, en marzo, dijimos que “A Martínez Garrigós sólo robándolo”, para que en mayo cambiara a “Ni robándolo”. El momento político es distinto al de hace dos años y fracción. Morelos es otro, el rostro lo tiene transformado por el miedo y la incertidumbre. Sin embargo, en el terreno de la política partidista, nos atrevemos a decir lo que casi todos auguran: Va a ganar el PRI las elecciones en Morelos en julio del año próximo y si en ese partido hacen internas, las va a ganar Garrigós, y si éste va como candidato oficial, es el siguiente gobernador de Morelos.