Juan Salgado Brito, el personaje que tan bien retrata Julián Vences Camacho, es el mismo de hace once o cinco años, sólo que hay los que no hace mucho conocen de su formación de esfuerzo y su modelo progresista de hacer política, y algo tarde pero justo, se le ubica como el mejor presidente municipal que ha tenido Cuernavaca hasta y lo hace una voz inimaginable (pero también justa y congruente como es la del jojutlense Vences).
¿Cosas del momento emotivo con un escenario desbordado o un reconocimiento pleno, sobre todo desde el origen? Fue Julián Vences quien lo dijo, al mismo que recuerdan mucho priistas, perredistas y panistas por su oposición férrea a que Salgado Brito sustituyera a Jorge Carrillo Olea como gobernador en 1998, uno de los episodios más vividos del libro. ¿Por qué es Julián Vences el que escucha, anota y graba la vida de Juan Salgado Brito si fue el escollo mayor para que el anhelo del nativo de Temimimilcingo, Tlaltizapán, Morelos, se cumpliera?
Juan Salgado se preparó desde que dejó la tarea en el semanario “Saeta” para gobernar su tierra, cada paso que dio llevaba ese fin. Obviamente que no está impedido, que puede hacerlo, pero hace 13 años “aunque sea por dos años”, le fue negado por las fuerzas políticas de oposición a su entonces partido por quienes hoy lo ven en un amplio sector con simpatía: los perredistas.
Ayer, una de las partes esenciales fue cuando Julián lo compartió, sin detalles pero dando la cara: “Lo hablé con él, cara a cara en su momento”. Momentos y circunstancias. Vences no conocía a Juan y en ese momento el PRD era una fuerza mayoritaria en el Congreso, con diputados emanados de la real izquierda, de la lucha social, de la vertebración con personajes tan grandes como don Sergio Méndez Arceo. Así fue.
Ayer, en el patio del ex Palacio Municipal se respiraban todos los aires, desde el de identidad con los hermanos César y Hugo Salgado Castañeda, Javier Hernández Ruiz, Hüicho Alemán, el querido colega Andrés Alberdi Aburto, Pedro Martínez Serrano (ni se diga), el Pave Soberanes, Lencho Vargas, Lucio Lara, Gustavo Ruiz, Guillermo León Flores, Pedro Velázquez Vivas. También los políticos: el presidente de Jiutepec Miguel Ángel Rabadán; universitarios como Jorge Arturo y Martín Olivares Brito, Juan Juárez Rivas y Arturo Vázquez Rojas; los empresarios como Ángel Adame, el dirigente de la cada vez más exitosa Canirac; y el pueblo-pueblo, de los Patios de la Estación, la Carolina; el líder de los Cuernavacos, Teodoro Lavín León, parte de una numerosa, famosa y querida familia de morelenses. Eran muchos. Los veíamos casi a todos, así que hay omisiones pero sin intención.
Político-político fue la definición que dejamos en claro porque el que escribe conoce a Juan desde que nos daba envidia escuchar sus discursos en el Foro de la Benito Juárez, donde “los de la tarde” éramos convidados por el director de ambas, el inolvidable don Agustín Román Bustamante. Nos tocó ver crecer y luego recibir sus bondades de esa camada de cuadros que hizo don Felipe Rivera Crespo cuando fue presidente municipal en 1967-70 y luego gobernador hasta el 76. Fueron jóvenes bien cuadrados como Luis Arturo Cornejo Alatorre, Víctor Manuel Cinta Flores, Jorge Martínez Salgado, Mario Popoca –que ahí andaba ayer, por cierto— el finado Luis Felipe León y Vélez, Nereo Bandera Zavaleta, Eduardo Mac Mahón.
Vino la ausencia de oportunidades para los morelenses con el para el olvido Armando León Bejarano y se reactivan estos cuadros con otros recién formados con Lauro Ortega Martínez, encabezados por jóvenes como Jorge Meade Ocaranza. Días de política-política.
Juan Salgado era un morelense de “clase política nacional”, término que se daba a los que eran delegados en otras entidades y él lo fue en Guerrero con Rubén Figueroa padre, en Coahuila, en San Luis Potosí, en Michoacán, era vice coordinador en San Lázaro –en dos ocasiones diputado federal, otras dos local--, miembro de varios comités nacionales priistas.
Ayer no tuvo necesidad de decir que es el coordinador del Movimiento de Regeneración Nacional -Morena- de Andrés Manuel López Obrador, que tiene amplias posibilidades de ser candidato de un frente amplio, que cuenta con simpatías en corrientes que ayer vimos presentes en el evento (Carmelo Enríquez, Tacho Solís, Oscar Rosas) y que sigue con el anhelo del chamaco recién llegado de Temimimilcingo, inscrito en cuarto año en la “Benito Juárez”, cursante secundario en el famoso “Anexo” y egresado de la prestigiada Escuela de Derecho (hoy Facultad) y doctor en el ramo de las leyes. Nada más.
Habrá tiempo para darle menor seriedad al tema, pero compartimos con ustedes lo que expresó Julián vences que le comentó Juan en una cena familiar:
Un evento masivo en algún lugar de Michoacán hace 20, 25 años, donde la constante era consignas contra el presidente municipal como “ratero, “indigno”, asesino”, “maldito”. Se acercó el jefe de la policía, tipo mal encarado, de pocas pulgas. “¡Usted ordena, señor, a qué horas me los quiebro!”.
--“Pérate tantito, nomás deja que digan una mentira y te los echas, mientras déjalos que sigan!”