Dijo Calderón a tres reporteros del New York Times que algunos sectores del PRI “coincidían con su idea de no negociar con la delincuencia organizada”, pero advirtió que otros “como lo dijo el ex gobernador Sócrates Rizzo de Nuevo León” creen en esa posibilidad. Dos puntos de inicio:
1.- Felipe Calderón, el presidente de México, parece “entregar la plaza” a los priistas y si lo hace, es porque conoce Los Números que poco favorecen a su partido.
2.- Asesta un golpe a su acérrimo rival partidista como herramienta de última hora, a ver hasta dónde los desgasta.
En ambos casos queda establecido que, negociados o no los altos delincuentes, nunca en los últimos 30 años hubo tantos muertos por esa causa en el país, y de ese treintena, once años, algo así como el 35 por ciento en dos gobiernos administrados por el PAN, y para ser justos con Vicente Fox, de esa abominable cifra cuando menos el 90 por ciento le corresponde al actual presidente. Sí, solo esta gestión ha generado casi 40 mil muertes por la guerra contra la delincuencia organizada. Impresionante.
Ahora bien: ¿Cómo le hacían los gobiernos para controlar a los delincuentes de este nivel? Cosa de revisar periódicos –diarios, no noticias de televisión que hace 30 años no llegaban como hoy-- paras enterarnos de que los principales jefes de los hoy llamados cárteles fueron empleados de gobiernos estatales o el federal, por ejemplo Miguel Ángel Félix Gallardo en la judicial de Sinaloa, Rafael Aguilar Guajardo y Amado Carrillo Fuentes “El Señor de los Cielos”, primero y segundo jefes del Cártel de Juárez, fueron policías federales. Aguilar Guajardo lo fue en diversas plazas, una de ellas Morelos, con Armando León Bejarano, casi los seis años de su pésima administración. Se supone, entonces, que la estructura del narcotráfico tenía que ser diseñada, ordenada y operada desde instancias oficiales. ¿O no? El asunto es: ¿Cuáles eran?
Libros desde hace lustros lo han dejado bien claro, el último altamente ilustrativo, de Anabel Hernández, la reconocida periodista. En esta columna desde los años 80 comentábamos la forma de operar del narco en Morelos, que era solamente base de suministros para las naves que llegaban de América del Sur, en pistas clandestinas (que no lo eran porque las vigilaban policías federales y locales), que llevaban su cargamento hacia algún punto del norte o el propio Estados Unidos. Lo operaban, entre otros, Rafael Aguilar Guajardo y Luis Villaseñor Quiroga, jefe de la judicial a través de Alberto Pulido “El Pegaso”, este último comandante de Cuautla que controlaba el punto de Temoac, la base de operaciones.
Siempre se han matado entre ellos, por traiciones, ambiciones, por malos negocios, porque ya no sirven, pero no en maquila como hoy y en este funesto modelo han privado de la vida a varios inocentes, no sabemos si muchos, pero totalmente ajenos a esta actividad. Pero subrayemos la cifra: alrededor de 40 mil muertes.
El pleito mediático entre la presidencia, Gobernación, los partidos y sus dirigentes no debe centrarse en quitar o colocar a Felipe Calderón diciendo algo que para nadie es mentira, como el que han negociado, o la negativa de Sócrates Rizzo a no sostener lo que dijo en su momento en alguna conferencia en una universidad del norte del país. Hoy, la simple palabra se criminaliza y se mete en la lista de prospectos a tener ligas con la delincuencia, porque en los años de Calderón en los gobiernos los políticos están impedidos de tocar el tema porque de inmediato son anotados en las listas de los tantos y tantos oyentes y mirones oficiales que dan por llamar “inteligencia”.
El punto-punto es conocer en qué momento se perdió el control sobre lo que siempre ha sucedido en este país como es el narcotráfico y sus cárteles. A quiénes se les escapó el manejo, lo que trae como consecuencia que de cinco o seis cárteles ahora existan especie de sucursales con cabezas que en otros tiempos eran apenas aspirantes a pertenecer a estas organizaciones. Son jefes o están en el nivel medio. Traen en los altos círculos del poder un chismerío que ofende la inteligencia. Claro que el crimen en cualquiera de sus ramas, sobre todo los más controlados, cuenta con complicidades oficiales desde siempre como las drogas. Dónde, cómo y por qué se perdió el control. Es cierto, en los tiempos del PRI como que los propios jefes del narco sabían que tenían que caer, no contaban con infraestructura en su defensa por la red tejida con el aparato oficial. Hoy cambiaron las condiciones. Se hizo tan limpio que cargamos con 40 mil muertos, fue tan eficaz que se ha vuelto incontrolable. Por ello, la sinceridad con que habla Calderón que cada quien la interprete. Lo muestra como inocente en un cargo tan importante que no puede darse el lujo de tener ingenuos, o lo deja sembrado como una mina a la vista de todos, que ninguno va a estallar, porque ha rendido la plaza en lo político. Sabe que no va a ganar su partido y le deja la pelota a los que se supone van a triunfar, pero son culpables de negociar con el crimen organizado en el pasado y responsables de parar las muertes a partir de finales del año entrante, aunque a su gobierno le registre la historia como el de las decenas de miles de muertos.
Avergüenzan las formas de hacer lo que quienes mandan en este país dicen es política. ¿Cómo va a ser política estas cosas?
(Aviso a nuestros estimados lectores: el columnista regresa en unos cuantos días, porque asuntos impostergables le obligan a que así sea. Gracias por su comprensión, pero no tardamos en seguir dando lata)