Todo indica que harán lo que la ley les obliga pero los indicios llevan a que existe una decisión; ésta no va a cambiar. De ahí la relevancia que los miembros de equipos en competencia actúen con sensatez e inteligencia. El guiso entre los priistas ya parece cocinado y enviado al refrigerador por no mucho tiempo, a punto para ser sacado, hervido y listo para la mesa y que lo aprovechen los que actúen de acuerdo con las condiciones del caso.
Si los equipos de priistas en competencia son conscientes de que perdiendo ganan, si hacen lo que deben, la ventaja que es manifiesta para la elección de julio, más allá de lo que acontezca en el contexto nacional, van a encarar con solidez embestidas de sus adversarios. Se terminó el tiempo para el “bloff”, de esconder ases cuando todos están tendidos en la franela, de amagar a su sede nacional, de utilizar los medios como lanza que hiera. Los gritos, el derramamiento de tinta negra y roja ya cumplieron su papel. Donde revisan con detalle las cosas, saben con quiénes ganan sin mayores contratiempos y con quiénes corren riesgos. De ahí la decisión de que se aúna a los tiempos reglamentarios que marcan el domingo 15 próximo para sacar la convocatoria.
Dirían en otros tiempos, se han acabado “gritos y sombrerazos”; entran en el terreno de los hechos y éstos mandan.
Es, entonces, el momento de “los equipos”, de quienes hacen una tarea importante para su proyecto, que han servido leal y puntualmente. En muchos integrantes de estos cuadros se encuentra no sólo la estabilidad y consistencia del competidor sino el futuro mismo de su jefe y ellos. Aunque al buen entendedor, pocas palabras, hay que hacerlo de manera clara: preparen al que no va a ser en “la grande” a que ocupe con responsabilidad y viendo hacia el frente lo que viene, porque este proceso es un ciclo, como lo fue el del 2009 y lo será el del 2015 y, sobre todo, el del 2018.
En el camino de la búsqueda por las nominaciones, hemos visto, oído y leído de todo; han surgido extremos entre contendientes; es un periodo natural. Se terminó. Los árbitros internos han tocado el silbato y ahora están en la cancha los que van a estar (que son prácticamente todos) pero cada cual va a jugar una posición. Una sola, la del candidato a gobernador, va a mover a los demás, pero el espacio existe. Por ello insistimos: los gritos y las sinrazones ya no valen. Es únicamente lo que existe, la realidad. Quienes buscaron un desarrollo o crecimiento artificial, se va a localizar con los exámenes que ya tienen en el CEN, parecidos a los de competencias deportivas.
En tanto, Joaquín Hendriks, el ex gobernador de Quintana Roo, está aquí en función de delegado especial y encargado de la presidencia. El diputado Amado Orihuela Trejo con el comité directivo estatal ha dejado el encargo. El quintanarroense trae las piezas que el CEN le ha dado para armar el cuadro y luego la estrategia. Cuando estas cosas suceden así, es que la decisión ha sido tomada donde es, allá, entre los del CEN. Viene, en el ajuste de la jugada, que los hombres fuertes en los equipos de aspirantes que no van a ser nominados al gobierno, saquen lo mejor de su repertorio: sensatez, inteligencia y que les sobren razones para valorar lo ganado… aunque en apariencia pierdan.
Eso es importante, pero más que los priistas están en el punto de la ebullición.