Y lo dice tan sencillo que cualquier mexicano en sus cabales, le cree. Habla como pueblo—pueblo, no es farsante ni asume poses, es pues “llegador” con la gran masa. No sabemos cuánto, pero López Obrador crecerá de manera que va a pelear en la elección del primer domingo de julio. Va hacia arriba, es como candidato el que llega con mayor facilidad y, sin duda alguna, el que menos cola arrastra para ser pisada. Si anotamos lo anterior es porque su discurso inusual, con datos y estadísticas, son simples, sin adornos, y enciende cuando menciona que ya basta que tanto anuncio oficial de “vamos a ajustarnos el cinturón”. Dice que debe ser el gobierno quien se lo ajuste, no el pueblo.
Las encuestas son una medición del momento, estamos a cinco meses y medio de la elección, parecen muchos puntos los que aventaja Enrique Peña Nieto y el PRI al PAN y a López Obrador, casi descartamos lo de los tres tercios y victoria cerrada. Lo que sí parece viable es que al no ser el blanco de los ataques como hace seis años, en este momento, López Obrador les va a generar preocupaciones a sus adversarios. No parece posible que desde el partido en el gobierno vuelvan a arremeter en contra de él, porque su objetivo es Peña Nieto y esa es una condición que favorece a Andrés Manuel.
Extraño, eso sí, fue ver junto a Andrés Manuel al senador Graco Ramírez Garrido Abreu en el templete de Zapata. Un Graco sin bigote, que se veía diferente, aplaudiendo, sonriente, distante de aquel que hacía pedazos con sus críticas a su paisano de Tabasco. La política, sin embargo, que tiene como uno de sus principios fundamentales la congruencia, trae consigo también, los acuerdos extraordinarios y la mejor representación de “La República Amorosa” que puede dar López Obrador es no maltratando a Graco, que, tal como parece, va a ser el candidato de las llamadas izquierdas a gobernador, a pesar de sus tantos detractores al interior.
No preocupa a Andrés Manuel reacciones por su decisión de apoyar el proyecto de Los Chuchos a través de Graco, porque Morelos –quedó bien claro—es más que perredista o de izquierdas, lopezobradorista, y ninguno de los que aparecen y no aparecen, ha hecho un capital propio, poderoso, como para inquietar si no les gusta la decisión. Es notorio que Andrés Manuel tiene las riendas con fuerza en este territorio.
Inquieta que partidos prácticamente sin nada como Convergencia –o como lo llamen—o el del Trabajo que tiene una buena militante que es la diputada Tania Valentina o el regidor Rigoberto Lorente, pero ninguna membresía, se beneficien sólo por prestar sus siglas. No ha aparecido en ningún acto del llamado bloque el ex dirigente naranja, legislador federal entregado oficialmente. Esa debe ser la razón. Va el muchacho Machuca, que habla a destajo o por comisión, nunca a motu propio. Quién sabe a quiénes van a proponer esta vez y desplazarán a los auténticos lopezobradoristas. Hablamos de los naranjas, porque los del PT, aunque unos cuantos, han sido congruentes con el ideario del tabasqueño.
Lo que sí se observa viable es que los compromisos que en Morelos tiene Andrés Manuel los va a honrar, con Tacho Solís, con Juan Salgado, con los que han sido fieles en las malas y en las peores. El tepozteco, por cierto, fue el orador único antes de Andrés Manuel en Zapata. Y si fue así, fue por decisión del tabasqueño. Es, Tacho, de los verdaderamente cercanos al inminente candidato presidencial.