Por su parte el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, Manuel Martínez Garrigós, ha anunciado su disposición a dejar esa responsabilidad siempre y cuando se entienda y cada quien asuma su culpa en la derrota; directamente señala como errores el incumplimiento de los acuerdos por parte del Comité Ejecutivo Nacional de su instituto; la coalición con el partido Nueva Alianza, cuyos representantes prometieron 100 mil votos y tan sólo aportaron un poco más de ocho mil; y una estructura dentro del PRI Morelos -entendemos de membrete- desarticulada y con sectores vencidos años atrás.
Por supuesto que ambos personajes, y habría que incluir al ex candidato a la gubernatura Amado Orihuela Trejo, conocían de esta realidad; ellos y otros más tenían esa visión que por supuesto había que remontar con una gran campaña, con unidad y empatía en el proyecto.
Una vez más el PRI morelense entra en una crisis que se antoja muy difícil de salvar en el tiempo inmediato. Seguramente el CEN nombrará un encargado del despacho (le llaman delegado especial) que no tendrá ni el control, ni el peso, ni la visión correcta de las cosas. Recuérdese la presencia de Juan José Castro Justo durante más de dos años en la plaza a la salida de Guillermo del Valle, quien cumplió su término jurídico y entregó el mando.
Después vino la convocatoria, postergada, para elegir a un nuevo dirigente; la manipulada asamblea en donde se acordó la Convención de Delegados para la elección de su candidato a la gubernatura, no respetada.
Sumemos la presencia de una lista interminable de aspirantes a ocupar la candidatura al Gobierno de Morelos; todos se sentían capaces de ganar y ninguno obtuvo nada. Según recordamos fueron 12 o 13, citados en el Distrito Federal; se distribuyeron los espacios y llegaron finalistas las figuras mencionadas en esta entrega: Manuel Martínez, Amado Orihuela y Guillermo del Valle.
Los acuerdos con Humberto Moreira; el escándalo de Coahuila, su salida de la presidencia del CEN. El arribo de Pedro Joaquín Coldwel y el desconocimiento de lo ya pactado; la actuación de Miguel Osorio Chong en la definición a favor del candidato en Morelos. Su responsabilidad en esos hechos.
Dos encuestas cuyos resultados fueron manipulados, divulgados, desmentidos; el pacto fue no transparentar las cifras para no afectar a ninguno de los actores que se supone fueron sometidos al ejercicio estadístico. Nadie supo en realidad el verdadero sentir ni la preferencia de la sociedad manifestados –de haberse realizado- en ese par de escrutinios.
Citas sin concretar, salas de espera indignas, reuniones en oficinas de los actores nacionales; una espera que hizo reaccionar al grupo maltratado y la entrega del PRI estatal a ese equipo.
El rompimiento a nivel nacional con el Partido Nueva Alianza; a contrapelo el pacto estatal con ese instituto político.
Las “campañitas”, a las que nos hemos referido en este espacio, que jamás se juntaron para realizar un verdadero proyecto al Gobierno del Estado. El maltrato por parte del equipo del candidato del PRI hacia quienes no empataron con esa propuesta desde un inicio; la falta de control del candidato sobre su propia lucha.
Una fracción parlamentaria en el Congreso, la LI Legislatura tricolor, en una búsqueda del poder absurda, mezquina, que estancó y corrompió el trabajo de los diputados. Una exagerada forma de gastar dinero, una y otra vez el arrebato en los puestos de control, equívocos legales echados abajo por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, iniciativas oportunistas sin fundamento legal; ese fue el trabajo de los priistas en la Cámara estatal.
Una administración en Cuernavaca cuestionada; el cierre del relleno sanitario en Loma de Mejía basado en una promesa de campaña, el retiro de una concesión para la recolección de residuos sólidos que trajo como consecuencia una demanda que todavía está en la indefinición y que pone en peligro las finanzas municipales. Más hacia acá, el presunto desvío de recursos en la Tesorería Municipal.
Y lo más delicado: un gran candidato presidencial que le permitió al PRI nacional arrancar con una ventaja abismal; en Morelos, explica Guillermo del Valle, sumados los porcentajes del PRI, Nueva Alianza y Verde, se tuvo una brecha a favor que alcanzó más de 28 puntos porcentuales sobre el Partido Acción Nacional y superior a 30 de las izquierdas.
Ahora bien, si los priistas ya analizaron lo expuesto en esta columna, y todavía están en la búsqueda de razones, explicaciones, motivos, culpables, y otras justificaciones, pues sólo deducimos: merecían perder y la crisis apenas comienza en el PRI estatal.
Hay una vacuna: el 1 de diciembre tomará el mando del país Enrique Peña Nieto; el PRI tomará el curso que tanto extrañaron del mando desde Los Pinos sobre su destino. Si el Presidente de la República manifiesta interés sobre el tricolor morelense, entonces sí se pondrá orden en la casa.