Esta vez deseamos mencionar a los atletas nacidos en Morelos que han tenido la gran oportunidad de participar en Juegos Olímpicos, lo que es una marca de orgullo de por vida para ellos y su familia. El primero fue don Lalo Garduño, que nació y murió recientemente en su casa de la calle Guerrero, del centro de Cuernavaca. Un tipazo que posteriormente jugó profesionalmente con Zacatepec, América y Guadalajara. Siempre fue el personaje modesto, que nunca dejó de llevar a sus nietos a la primaria Benito Juárez o Enrique Pestalozzi, según el género de los niños o cuando estas gloriosas escuelas ya eran mixtas. Hace años, unos 15, llegamos a la fonda de La Jefa a reventarnos una pancita y estaba don Lalo con su hija. Nos sorprendió porque por ahí nos comentaron que había fallecido y dimos a conocer su deceso.
--“Nada más vine para decirte que me mataste pero estoy vivito y coleando. Ya te acusé con tu mamá”, y comenzó a reír. Fue amigo de los padres de la familia Jaramillo, más de don Juan, por su afición al futbol. Almorzamos juntos y estaba vigoroso. Nos platicó de la Olimpiada de Londres 1948, donde compartió entre otros con Raúl Cárdenas en el equipo nacional. Fue el pionero, el primer olímpico de Morelos. Nada más y nada menos.
Tardaron 20 años para que Morelos apareciera en otra Olimpiada. Fue en México 68 que como anfitrión pudo registrar la mayoría de las disciplinas. Hubo tres morelenses si no nos funciona mal la neurona: en basquetbol femenil, la popular, aguerrida y talentosa María “La Galleta” Rebollo Aguirre, hija de doña Prisca, que era el motor del equipo y destacó. Aquí, en blanco y negro, no faltaban los que la reconocíamos, como “la Rebollo, la del Revu”, porque su familia completa, basquetbolistas, volibolistas y futbolistas –su primo hermano es Gabriel “El Gallo” Núñez Aguirre, mundialista de Londres 66 y todo un ícono del deporte nacional-- buscábamos en los periódicos el horario de los encuentros de la selección femenil de básquet, para ver a “La Galleta”, que luego encontrábamos en las calles de Cuernavaca y el comentario entre los muchachos era: “Mira, ahí va La Olímpica”. Una figura muy querida en la geografía deportiva de esta entidad. La única en su disciplina nacida en Morelos en la historia de las participaciones mexicanas en Olimpiadas. También, nada más.
En el volibol había dos morelenses, figuras en sus selecciones respectivamente. Una de ellas, Carolina Mendoza, considerada en ese momento la mejor del país, oriunda de Zacatepec y una figura. El otro, un personaje muy querido en Cuernavaca, un hombre decente y ejemplar: César Barrón, pilar del cuadro varonil, también “Made in Revu” como “La Galleta”, lo que nos permite hacer un reclamo a los tontitos que eliminaron sus nombres en las canchas de basquet y voli en el Revolución. Apenas un poco de lo que nos dieron este par de ejemplares deportistas. Seguramente las autoridades de este momento o de mañana (con toda su ignorancia, nada más que hurguen un tantito y queden bien) deben reintentar colocar esas placas que son más que metal, representan la vida y el esfuerzo de dos morelenses que nos llenaron de orgullo.
César que en plena justa olímpica se enamoró de la que sería su esposa hasta siempre, la también olímpica Gloria Inzúa --de volibol, al igual que él--, fue empresario muchos años y tuvo un deceso adelantado que sus amigos, admiradores y paisanos siempre lamentamos. Doña Gloria se hizo morelense y aquí vive.
Faltan varios, que los dejamos para mañana. Este es el correo de esta columna: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..