¿Cuál de los olímpicos ha sido llamado por un gobernador o un presidente municipal para que le ayude en esta vital tarea, más hoy que sólo a través de la educación y el deporte podrá vencerse la inercia de violencia que atrapa niños y adolescentes y los penetra en el mundo negro de la delincuencia organizada?
Pero volvamos a lo bonito, a la historia más reciente, cuando los atletas locales se hacían solos o con el apoyo de un grupo familiar o de amigos, nunca de federaciones o de gobiernos.
En 1972, en los Juegos de Múnich cuando la tragedia de los terroristas del “septiembre negro”, México tuvo en su seleccionado de futbol varonil al mejor de su historia. Era la época que Diego Mercado realizaba un trabajo de excepción junto al “Pescado” Alfonso Portugal y realizaron una búsqueda por el país entero. Esa escuadra quedó en quinto o sexto lugar, no lo tenemos seguro, y todos sus integrantes eran del llano o pertenecían a filiales de profesionales. Estaba un morelense, del mero Zacatepec, José Ángel Talavera, un defensa--volante con una gran potencia en ambas piernas. En el futbol de hoy, Talavera jugaría en cualquier equipo europeo, es el primero que recordamos que hacía cambios desde su zaga lateral hasta el otro extremo de la cancha, al extremo. En su etapa profesional hizo una mancuerna temible con el uruguayo Nery Castillo (fallecido reciente, padre del jugador del mismo nombre) que se desempeñaba como extremo izquierdo y José Ángel en la lateral derecha.
Este equipo, recordamos, lo formaban Horacio Sánchez de portero (hermano de Hugo Sánchez, el mejor futbolista de la historia), José Ángel Talavera, José Luis Trejo, Juan Manuel Álvarez, Jesús “Pimienta” Rico, Alejandro Hernández Pat, el gran volante Manuel Manzo, el veracruzano Pipo Blanco, entre otros. Todos fueron al profesionalismo, algunos perduran como directores técnicos, buscadores de talentos como el propio paisano Talavera. Una generación que dio frutos y hasta hoy ha tenido la mejor posición en Juegos Olímpicos en el balompié.
Cuatro años después, en Montreal 76, otro morelense, de Cuernavaca, de La Carolina, Carlos “El Poro” García, fue un volante inamovible en el cuadro que contaba con jugadores del calibre de Hugo Sánchez, Mario Carrillo, Víctor Rangel, Héctor Tapia, Regalado. Eran parte de un programa que funcionó en Múnich y que posteriormente la apatía de los funcionarios deportivos lo terminó. “El Poro” es uno de los personajes de la ciudad, jugó profesionalmente en varios equipos, entre ellos Monterrey y Zacatepec, pero su papel en el cuadro olímpico fue fundamental, era titular indiscutible, una muralla en el medio campo. Es padre de una familia reconocida en Cuernavaca, todos ellos gente de trabajo. Lo recordamos en las infantiles del Morelitos, al lado del colega Hugo Calderón Castañeda y del hermano mayor de la familia, “El Piteco”. Ese equipo forjó buenos jugadores, era patrocinado y dirigido por el maestro y músico, director de la Banda Infantil de Morelos, don Ricardo Calderón, Don Richard.
Tuvieron que pasar 16 años para que otro morelense representara a Morelos en Juegos Olímpicos. Fue en boxeo, Narciso González Rossano, que participó en los últimos Guantes de Oro que realizó El Clarín, junto a una generación de excelentes pugilistas locales que encauzó Jesús “Chuchín” Peralta, el mejor directivo que ha dado Morelos al boxeo, a grado tal que los intereses del todavía presidente de la Federación de Box Amateur, Ricardo Contreras, de plano lo sacó de cualquier posibilidad. Jesús fue secretario de la Federación y encabezó delegaciones exitosas en diversas partes del mundo. Él metió en las cabezas de los muchachos que podían ganar, de ahí salieron Narciso –el más destacado- el siete veces campeón nacional Jesús Capistrán, el de La Carolina Pablito Reza, y otros más.
Narciso fue llevado inmediatamente al Centro Deportivo Olímpico Mexicano y por sus cualidades se convirtió en seleccionado nacional hasta cumplir el ciclo olímpico. Venció a lo mejor del mundo. Fue campeón en el torneo Copa Mundial en Bulgaria y era un referente para medalla en Barcelona (la olimpiada de Oscar de la Hoya, por cierto), pero el sorteo, el estilo, los jueces y la suerte, lo dejó en primera ronda. Hoy Narciso es sin duda el mejor entrenador de boxeo, ha hecho un equipo competitivo a nivel nacional. Lo encontramos a partir del mediodía en el remodelado gimnasio Cuernavaca del mítico Pasaje Caballero Díaz, en la calle de Guerrero. Su ayudante es Moisés Perches, hijo de un querido amigo, Alberto, que si hubiese olimpiadas de “la caifaneada” sería multicampeón.
Morelos ha tenido sus “olímpicos”. Éstos son los que recordamos, quizá haya algunos más, pero con este “collar” de talentos, en este momento, nos quedamos. (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.)