Ocupados en los chismes con verdades que llenan la agenda y con un gasto aproximado entre los seis y siete millones de pesos en operación mediática –que los electrónicos no son gratis, por supuesto y otros se van con una noticia que lo es, sin duda-, las autoridades tratan de ocultar la gravedad de los hechos en tanto, ahora sí son los medios quienes prenden los focos de alerta a la ciudadanía. Cuatro jovencitas asesinadas, la última de ellas una niña de 14 años en la Barona, y las tres primeras amigas de la misma colonia, Altavista, universitarias, que salieron como tantas a divertirse a algún bar y se encontraron con la muerte.
Esto a nivel político, social y mediático es razón de escándalo, en tanto los familiares, como muchos que han sido víctimas de lo que se presume es delincuencia organizada, se sumen en el dolor, la impotencia y la única realidad que todos conocemos: no funciona ninguna medida preventiva aplicada por el gobierno. ¿Morelos Seguro? No hay tal. En los últimos días los medios han dado cuenta de unos que otros eventos, pero son más. Y son nota de un día sin el seguimiento que obliga su gravedad. ¿Por qué? Hay miedo en el gremio, un miedo razonable que sabe que los delincuentes están al tanto de la información, sobre todo de la nota roja, donde esperan ver publicadas sus obras.
Resultado: sociedad en estado absoluto de indefensión. Y con ello acompañado miedos, enfermedades, familias completamente destrozadas y una sola respuesta: no hay reacción de ninguna corporación y los muertos se quedan en el dolorido corazón de todos, sin que se conozca siquiera quiénes son los autores y porqué lo hicieron.
Anteayer leímos por ahí una fuerte declaración del gobernador elector Graco Ramírez Garrido Abreu, que colocó el pecho y dijo: “El crimen organizado me está desafiando”. Todavía no protesta como mandatario y ya asume la responsabilidad, lo que llena algunas expectativas. Lo conocemos hace muchos años, sabemos que no es de los que se arredran fácilmente, sin embargo, las condiciones del país y su realidad con la delincuencia organizada, la intromisión de éstos en cada rincón inimaginable, hacen la misión si no imposible, sí complicada. Desafían a Graco, lo han hecho abiertamente con Marco Adame. No son bravuconadas. Son de a de veras. Lo sabe Graco que domina parte de los esquemas de la seguridad nacional a través de su dilatada experiencia y sus relaciones. No sabemos si traiga el remedio y el trapito, pero el hacerse responsable antes de oficialmente serlo, indica que viene con disposición, que se asesora y que buscará ser el primero en un buen lapso, de no estar sometido a los caprichos de las organizaciones delictivas de relieve. Pero eso, ahora mismo, son comentarios a partir de su reacción. La realidad es, normalmente, todo lo contrario. En la prensa nadie sabe ni deseamos conocer quiénes son “los buenos” (o “los malos”, se aplican ambas posiciones) porque la experiencia determina el ir, hacer el trabajo, dejarlo en las mesas de redacción y alejarse con lo que traiga en su cabeza cada quien, demonios o angelitos.
Pero los hechos de las cuatro jovencitas asesinadas vilmente, exhibidas con todo propósito, son acciones dignas de llamar la atención como Villas del Salvarcar en Juárez, en Monterrey o Coahuila y Durango. A cada paso de la autoridad, ese camino ya previamente fue revisado por los delincuentes. Van siempre adelante. Casualidad u omisión, pero la realidad lastima y enoja a las autoridades: Morelos, sociedad en estado absoluto de indefensión. Cuatro vidas, de una niña y tres muchachitas, en menos de tres días entre sí. Poco antes, en una casa de citas en Alta Tensión por Acapantzingo, dejaron cuatro muertos que, todo indica, eran profesionistas y trabajadores de farra, como cualquiera. Una veladora en el camellón refleja el silencio temeroso de los deudos, que no encuentran respuesta en ninguna autoridad y que sienten como Morelos, su Estado, es cada vez menos seguro.
¡Arajo Vale!
Ayer comentábamos aquí de un buen cuate como es Sergio Medina, que se había dejado de ver en las comilonas con clemole de espinazo de puerco (es verde con tomate, ejote, calabacitas, bolitas de masa con chales de chicharrón, entre caldoso y espeso) y tortillas echadas a mano en comal. Ayer lo buscamos por esta vía y ayer mismo ya especulaban mil cosas. Por cierto hoy nos reventaremos, con él y otros cuates el clemolazo. Ya ni chiflan. Pero se entiende, hay un enigma desconcertante que envuelve a nuestra entidad y su sociedad y una pequeña ausencia de un buen amigo nos preocupa. Como que ya estuvo de cosas malas, da hambre y hay que echarse un buen platillo, por cierto morelense de origen. Y buen provecho.