Y para ello se han hecho amigos cercanos en esos afanes. Nunca supimos que Esaú emprendiera una medida de beneficio en lo general. Intrascendente, más opaco que gris, no lo van a recordar. Y Paladino, cada que ha podido ha puesto a cuota a agentes de tránsito, su franquicia, y es por lo que nos encontramos a los pobres oficiales no levantando infracciones que ingresen al erario municipal, sino juntando la cuota diaria para el síndico que soñó grande y regresa a las actividades de otros tiempos, si acaso no las descuidó.
Específicamente el señor Paladino vive sus mejores momentos en esa administración en la oficina de Tránsito. Dicho por un subalterno, ahogado con las exigencias del que parece más digno “pastor” de Los Soprano que funcionario municipal, que les subió la cuota a partir que se fue el general Ayón –que dicen lo ponía en su sitio, no aceptándole ni un café—porque “quiere recuperarse de los negocios que dejó de hacer en la sindicatura, unos por voraz y otros porque no se lo permitieron, y nosotros somos los paganos”.
En los últimos días, siempre cercano al presidente Rogelio Sánchez Gatica –no cerca de él, que quede claro—y generándole conflictos que tienen al Ayuntamiento no solo con la conocida crisis económica, sino también de tipo emocional, Humberto Paladino ha sido rapaz, aunque siempre hable con la voz delgada, como en un hilo, parecida a don Vito Corleone, aquel personajazo de la novela de Mario Puzzo y cintas de Francis Ford Coppola. Si la arrastrara un tantito --su voz, no piensen mal—sería una réplica malformada del Marlon Brando épico.
Prácticamente son 100 días los que le restan a esa dupla en el cargo, y hacen y deshacen para no irse más lisos, cosa imposible con sus cobros y “entres” que es lo fuerte, sobre todo, de Don Humberto, para acercarlo más a lo que seguramente son sus ancestros en las bellas costas italianas.
Escuadrón 201
Don Ángel Bocanegra, nacido en Tepoztlán y que siempre presumimos en Morelos, por más que lo buscamos en la buena nota que sobre el famoso “Escuadrón 201” apareció ayer en este diario, no lo encontramos. Seguramente una omisión accidental, pero que no dejó de llamarnos la atención, porque desde niños, don Ángel era un héroe para los morelenses porque combatía desde un avión a japoneses en el Océano Pacífico, o eso nos decían. Y es importante consignar que está en ese puñado de mexicanos el entonces teniente Graco Ramírez Garrido Alvarado, que llegó a general y es el padre del inminente gobernador. Escuadrón 201, nuestros héroes de la segunda Guerra Mundial, el único referente mexicano en estas malhadadas gestas. La secundaria de Tepoztlán, la del centro, lleva el nombre de don Ángel Bocanegra, padre de la ex diputada local del PRD, Adela Bocanegra Quiroz en la legislatura1987-2000, y dicho de paso, amiga de la madre del que escribe desde que cursaron los tres años en la secundaria “Froylán Parroquín García”.
Veíamos con admiración al ex combatiente cuando su hija Adelita lo traía a comer a la fonda de su amiga “La Güera”.
El Robapoa
No sabemos qué día, pero por uno de estos debe cumplir 13 años que los diputados aprobaron el mayor robo en la historia financiera de este país, disfrazado de rescate, el famoso Fobaproa. Como hoy, el PRD era mayoría en San Lázaro entre los morelenses: ganaron tres de los cuatro distritos y tenían un plurinominal. El PRI ganó en Cuernavaca y Huitzilac, el primero en el inolvidable Alfonso Sandoval Camuñas, que el infortunio lo tuvo los primeros meses en el cargo, porque en enero de 1998 un doble infarto al miocardio, le cambiaba la historia a esta entidad, porque a Alfonso no lo vencía nadie en las urnas, era arrollador y tenía sensibilidad y un carisma fuera de serie.
Con proyectos semejantes desde 1991 con Juan Jaramillo Frikas, Alfonso se apoyó en la entonces Alianza de Barrios, sin duda poderosa como criticada porque la integraba el pueblo-pueblo y llegó a tener una nómina de 27 mil afiliados. Lo subían a cantar en los actos proselitistas porque Juan le encontró que lo hacía bien y jalaba mucho con las señoras mayores que lo veían como uno de los suyos, y era atento con los jóvenes. Ganó sin problemas y fue el penúltimo presidente de la Gran Comisión del Congreso. Fue un extraordinario presidente de Cuernavaca, ganó la diputación federal y, un hecho, no tenía quién lo detuviera para vencer en la elección para gobernador en el 2000. Ni el hartazgo, ni el efecto Fox. Sandoval era algo más allá en Morelos.
Tras su pérdida, con una sola diputación por Morelos aunque el PRI seguía siendo mayoría nacional, se vino lo del Fobaproa y el jalón acostumbrado en cada bancada. Estaba definido: PRI y PAN iban juntos, en tanto el PRD asumía una natural posición en contra. Vino una recesión económica que se siente cuando pega en un ámbito que es como “la báscula”: en el comercio. En el mercado “Adolfo López Mateos” hubo incluso suicidios de mayoristas que se habían endeudado y no podían salir. Lo platicaba Juan con la familia en el negocio. “¿Supiste lo del muchacho de los abarrotes allá adentro, que se suicidó por la cosa económica?”, decía la jefa en la mesa. “O que quieren meter al bote los usureros a fulano, mengano, perengano y tal y tal y tal, porque no hay dinero”.
Pero el Gobierno pensaba de otra manera y no sólo debía salvar los grandes capitales sino hacer negocios. Y los partidos a la orden de sus intereses y el presidente. Ya saben, hasta bono por el voto infame. “Debes pensar que si votas a favor de ese robo, a la familia nos vas a decepcionar y en el mercado te van a ver mal, de por sí sabes cómo somos los seres humanos, que hasta por favores hablamos mal de los demás”, remataba la mamá de los pollitos. “Voy a votar en contra, ya lo analice, es injusto y voy en contra, se los voy a hacer saber”, decía Juan en referencia a su bancada, donde le daban el título de coordinador aunque era el único y se acomodaba mejor con los chiapanecos, que entre bromas llegaban a llamarlo “El Chinchulín”, que en aquellas exuberantes tierras se les llama “a las ladillas de las ladillas”.
En tanto se acercaba el día, las presiones crecían. Lo vivió Jorge Morales Barud como gobernador sustituto, que su único diputado federal no atendiera su orientación y hasta un servidor que como coordinador de comunicación social recibía llamadas autoritarias para que cambiara su opinión y voto “porque de lo contrario conocerán las consecuencias”. Sencillo: estábamos de acuerdo con su voto, lo apoyábamos y nos íbamos hasta topar donde ajustara. En ese tema Morales Barud fue en extremo respetuoso, aunque tenía las presiones de Francisco Labastida Ochoa, secretario de Gobernación.
El subsecretario era Jesús Murillo Karam, duro, que cuando le llamaba a Juan le gritaba: “¡Que no se te olvide que las diputaciones son del partido no de los individuos!”. El añejo modelo que no se mueve para adelante y hoy lo vemos.
El columnista se dijo a sí mismo: “Mi mismo, ¿por qué no hablas de verdades como éstas? ¿por qué excluyes la cosa política de tus más cercanos si ha habido de todo, incluso méritos y huevos como lo del Fobaproa, ¿o lo de la verificación que echaron abajo a Carrillo? Es cierto: mi mismo, si a esto te dedicas debes decirlo, lo viste, lo viviste, lo sudaste y no sean gandalla, compártelo.
Así que la sesión cumbre del Fobaproa, la votación, hay que compartirla. El lunes nos vemos aquí, en este espacio, queridos lectores.