No es hora de juicios ni análisis en cuanto a que por primera vez en la historia moderna va a gobernar lo que mayormente representa el Partido de la Revolución Democrática, sin duda a partir de su nacimiento en 1989, compitiendo siempre y ganando en ocasiones todo, en las elecciones locales y federales. En 1988 –la federal abrumadoramente en el 2006 y muchas posiciones gracias, como esta vez, al factor López Obrador--y este 2012 ganaron la presidencial y en 1997 lograron lo que se llama en el lenguaje simple de la política “carro completo”. La última elección coincidente local y federal, el lopezobradorismo se conjugó con una inteligente y bien planeada estrategia de campaña de Graco Ramírez Garrido Abreu, que tuvo apoyos (como en los tiempos viejos y actuales priistas y panistas) de gobiernos filiales como el de Guerrero, Distrito Federal, Oaxaca y Puebla--. Es parte de la modernidad política y lo hacen todos.
El fin de semana el gobernador –ya lo es desde el primer segundo de este día legalmente—Graco Ramírez presentó a su gabinete. Normal, como pudiese ser en cualquier otro sexenio porque llegan impedidos con la ilusión compartida por la sociedad que lo harán mejor que sus antecesores. A Morelos no le ha ido bien últimamente, estamos prácticamente a punto del estado de excepción por la violencia generada y la incapacidad probada de las autoridades responsables. Y lo peor es que cuando intensifican las medidas de seguridad –en los últimos tres días hemos pasado lista en tres retenes que, a decir verdad, generan cierta tranquilidad a pesar de su ilegalidad-- la contabilidad de los yerros son impresionantes y descalifican al Gobierno federal en su sangrienta lucha con la necesidad de un narcotráfico desatado en el último sexenio, porque los encaran sin la planeación debida y aplicando la ley violándola ahí mismo. O sea: hacer lo que se debe con herramientas ilegales.
Pero hablamos de Morelos, del Gobierno que inicia de las enormes expectativas que en su discurso ha generado el mandatario Graco Ramírez y que, para bien de todos, tiene que hacerlo bien. Conocemos a algunos personajes de su gabinete. Juzgar a priori nos lleva a reconocer equivocaciones, así que hay que dejarlos actuar a todos, con una sola excepción que para bien del Gobierno, pero sobre todo de los morelenses, no podemos dejar pasar. A continuación. En tanto, la esperanza “del nuevo sol” se abre y en poco los ayuntamientos también reciben a sus ganadores. Si sale muy bien que los morelenses lo vivamos. Si no funciona, los propios morelenses tomaremos medidas extraordinarias para que las cosas funcionen. Dicen que el pueblo manda. ¿Entonces?
Vorágine
Con lupa.— Así hay que tener a la arquitecto Patricia Izquierdo, nombrada secretaria de Obras Públicas del Gobierno estatal. Esperamos que sea únicamente un compromiso corto del gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu y no que él piense que cuenta con una profesional en la materia. Tenemos razones para señalar que la señora Izquierdo, vecina de Jiutepec, llegada de no sabemos dónde a través del oscilante Fernando García Galindo –cada dos semanas cambia filiación partidista pero siempre está dentro del negocio--, fue regidora por el PRI, luego titular de obras en el ayuntamiento actual del PRD y ahí supimos de su capacidad: quitó el puente de una de las dos principales arterias de la cabecera municipal, la calle Benito Juárez. Hará un año y les partió la maceta al comercio del lugar. Construyó otro puente en varios meses, en el mismo sitio claro, y únicamente fue para volver a quitarlo porque no sirvió. Entonces, levantaron un tercero y la cosa quedó igual que hace 40 años que lo hicieron por vez primera. Sabemos lo que anotamos porque lo vivimos y nos quedó claro que la señora, con todo respeto por su condición de género, puede tener muchos amigos o contar con operadores que la tengan siempre cerca de la oportunidad… lo único que le falta son capacidades en el servicio público. Graco Ramírez seguramente nunca vio el pequeño puente que no son más de 20 metros cuadrados, pero pasó por ahí muchas veces cuando era habitual comensal y amigo en la Fonda El Zapote, en cuya placita comercial –la primera con estacionamiento suficiente en el poblado y propiedad de los hijos de quien escribe-- se encontraba. Hoy la arquitecto Izquierdo asume una responsabilidad grande y cuidaremos que no cometa las incapacidades de Jiutepec y la afectación económica que tras largos meses persiste: locales cerrados porque la importante arteria fue cancelada alrededor de medio año. Un acto arbitrario que buscaron compensar con un puñado de centavos. Lo decimos hoy para que nadie se llame sorprendido a partir que asume sus funciones. Con los demás queda la duda, pero en el caso de esta persona, lo único que el columnista registra –porque ni la conocemos- es incapacidad en el servicio público. Damos fe.