De acuerdo con Rigoberto Herrera Vales, ingeniero agrónomo, “la erosión de las tierras de cultivo en la región oriente de la entidad ha alcanzado condiciones que ponen en riesgo los propios espacios, pues la presencia de factores como el abuso en el cultivo de sorgo y maíz, así como la deforestación y el uso de riesgo por gravedad, se suman a los problemas por los que se atraviesa normalmente”.
Advirtió que “éstas, de no detenerse, habrán de provocar que en unos cinco años sea imposible cultivarlas a consecuencia de la falta de agua para efectuar su riego. Lo más delicado es que no se toman medidas adecuadas para frenar esta situación, que en muchas de las ocasiones provoca que los productores prefieran fraccionar sus terrenos y buscar empleos en otras partes”.
Por ello, agregó, “resulta urgente que se lleve a cabo un programa de reforestación en las zonas agrícolas, pues con la presencia de los árboles se logra retener la ya de por sí pobre cantidad de los fertilizantes que se obtienen de manera natural y se evita que los mantos freáticos lleguen a secarse al paso del tiempo”, comentó.
Asimismo, Herrera Vales propuso que a la brevedad posible y en una actividad que involucre a toda la sociedad, se comience a efectuar la fertilización de manera natural, es decir, utilizando los desechos domésticos que puedan desintegrarse y de esta manera comenzar a renovar la tierra que está cansada, especialmente por el cultivo del sorgo, el cual le sustrae una gran cantidad de nutrientes.