Desde las 12 del día comenzaron a llegar autos a la selva cañera: se esperaba una afluencia de más de 30 mil personas, por lo que se anunció que la seguridad pública estaría a cargo del Mando Único, quien dispondría de 70 elementos de Tránsito, y 800 elementos de Seguridad Pública.
Las calles estaban polvosas: el estadio –que según el gobierno costó 500 millones de pesos pero que según una investigación del reportero Iván Navarro Sanabria, tuvo un costo de más de 800 millones- quedó listo para el juego pero no se terminó, en casi en todo el perímetro exterior había partes inconclusas y obreros agotados –muchas mujeres- que aún retiraban estructuras metálicas y pintura; el trabajo no era para menos si se sabe que el gobierno se comprometió a entregar ese día un “monstruo” con capacidad para 25 mil personas, con 111 palcos, zona de precalentamiento, tina de hidromasaje y asientos para personas discapacitadas y para débiles visuales, alumbrado con 256 lámparas.
Camionetas del Mando Único y “Hummers” con militares armados patrullaban las inmediaciones del “Coruco” levantando un polvo que subía por los orificios nasales y empañaba la mirada.
Había muchos aficionados al balompié que querían que el Zacatepec Siglo XXI ganara a las Chivas de Guadalajara en el partido oficial por la Copa MX. Las chivas eran pocas pero escandalosas. Sin saber nada del “juego del hombre”, otros sólo iban para estar presentes en la re-reinauguración del Estadio Agustín "Coruco" Díaz, llamado así en honor al gran extremo Agustín Díaz, campeón con los Cañeros en la década de los años cincuenta, inaugurado alrededor de 1948 y reinaugurado en noviembre de 1964, por el entonces presidente de México Gustavo Díaz Ordaz.
Colas para un boleto el día del partido
Aún cuando el administrador del estadio, José Montes, estuvo repitiendo hasta el cansancio que no se venderían boletos el día de la inauguración, gran cantidad de despistados estuvieron haciendo cola en la taquilla:
–Nosotros somos de aquí pero no nos dijeron, estamos a acostumbrados a venir y comprar nuestros boletos –dijo un padre de familia con tres pequeños vestidos con la playera del Zacatepec Siglo XXI.
Otros aficionados dijeron que cómo era posible que a los que han seguido tanto tiempo al Zacatepec no les vendieron un “méndigo” boleto.
Algunas personas que antes del inicio del partido vendían tímidamente hasta en 800 pesos los boletos, minutos después del primer tiempo, de manera descarada, ofrecían las entradas a los afeccionados ante los ojos de los policías que tenían ya más de 10 horas sin comer.
Coruco adentro
Después de las seis de la tarde las personas comenzaron a entrar al “Coruco”. La mayoría veía por primera vez las entrañas del estadio: todo nuevo, limpio. Los policías del Mando Único parecían parte de la decoración del estadio.
Pasadas las ocho de la noche el gobernador Graco Ramírez entregó un reconocimiento a 38 veteranos de los legendarios “cañeros”; en nombre de Agustín “Coruco” Díaz lo recibió su esposa Consuelo Biosca Jarque. En representación del resto de los jugadores, el reconocimiento también se entregó a Juvenal Reyes, Fernando "La Cira” Dávila y Pedro “El Paisa” Martínez.
Este acto concluyó con la patada inaugural del gobernador: a mitad de la cancha, vestido con su playera blanca del Zacatepec, Graco se perfiló y, coreado por la multitud el mandatario golpeó el esférico que tímidamente se dirigió a las manos del portero del equipo de casa –tiritititeee, diría el Perro Bermúdez.
El encuentro inició y los aficionados disfrutaron cada momento del partido entre los Cañeros y las Chivas.
Al minuto 35′, Chivas abrió el marcador con un golazo de Kristian Álvarez. El defensa logró meterse al área grande y conectó una media tijera que fue celebrada no sólo por los seguidores del “rebaño sagrado”. Así termino el primer tiempo.
Durante los 15 minutos de descanso hubo desfile de una gran cantidad de chinelos que bailaron por la orilla del terreno de juego al ritmo del sonido tradicional de la banda, y de los aplausos y gritos de los miles de aficionados que casi llenan la totalidad del “Coruco”.
–Este cabrón vendedor no me ha traído la chela y las aguas que le pagué hace dos horas. Cien pesos perdidos; se los chingó, era el vendedor 173 –reclamó un aficionado de nombre Gonzalo.
Karol, un niño de tres años, esperó por más de dos horas el agua que su amiga le había invitado y que el vendedor 173 tampoco llevó. Al final le tuvieron que comprar un refresco con otro “cubetero”.
–No están preparados para atender a tanta gente –dijo Jésica, aficionada y seguidora del Zacatepec que llegó desde Cuernavaca a apoyar a su equipo.
Perdida entre la multitud y el ensordecedor ruido, una pareja entrelazaba las manos: los dedos ciegos eran como animales amorosos, acariciándose…
En la segunda parte –minuto al 48′- De Nigris bajó un balón a Toledo, quien remató perforando por segunda ocasión las redes cañeras.
A pesar de que hubo esfuerzos de la escuadra cañera por meter el gol de la honra, el equipo de Jorge Vergara fue muy superior y el partido terminó dos goles a cero, con lo que el Zacatepec quedó eliminado de la Copa MX.
Pero esto a muy poca gente le importó. Morelos tenía ya un estadio digno del deporte más practicado en la entidad y un lugar para “grandes espectáculos culturales y artísticos”.
Como los romanos, después de las carnicerías que ocurrían dentro del Coliseo, los asistentes al “Coruco” olvidaron, entre otros hechos, que con el dinero que costó la segunda remodelación del “Coruco” se podrían haber construido varias escuelas en ese municipio.
De lo que no se olvidará esta gente es de las promesas que, “yeyunas”, se anduvieron repitiendo desde que comenzó la remodelación del estadio:
–Lo estamos estudiando para darle movilidad a todos los miles de aficionados que van a venir, por lo menos cada 15 días que se juega. Habrá de 10 mil a 15 mil, y cuando tengamos buen juego, llegarán hasta 25 mil, que van a comer, van a consumir, se van a quedar a dormir. Vamos a detonar la economía del estado en esta región.