Reyes, papas, presidentes… no son muchas las instituciones cuyos poderes el mundo ha conferido sobre la cabeza de un solo sujeto. Ya sea por herencia, la disposición popular o la reencarnación, estas creaciones históricas del ser humano suelen invocar sentimientos particulares como la lealtad, la veneración y el orgullo, no tanto por la persona que ocupa el cargo, sino por el cargo en sí.
Tal vez éste sea el motivo por el que el mundo en general, y los tibetanos en particular, esperan con cierta inquietud las palabras del Dalái lama sobre un tema incómodo: el porvenir de su espíritu.
Hasta la fecha, el mundo ha tenido catorce Dalái lamas, pero es muy probable que Tenzin Gyatso, el hombre que sostiene este título en la actualidad, pueda ser el último. De acuerdo al desarrollo de las circunstancias actuales, hay dos desenlaces hipotéticos que son más probables que una reencarnación pacífica del 15to Dalái lama.
1. Que el Dalái Lama elija a su propio sucesor y que el gobierno de China haga lo mismo por su lado. Resultado: dos Dalái lamas en el escenario global.
2. Que el Dalái Lama muera sin elegir a su sucesor y que el gobierno de China lo deje así. Resultado: no más Dalái lamas.
¿Por qué?
Primero, un poco de historia.
Xi Jinping presidente de China
1959: A sus 24 años de edad, el Dalái lama actual se vio obligado a escapar de su tierra a causa de la persecución por las tropas revolucionarias de Mao Zedong. El dirigente espiritual de los budistas tibetanos era buscado por los comunistas bajo la sospecha de instigar a los rebeldes separatistas que luchaban por un Tibet independiente. Con ayuda de la CIA, el Dalái Lama y su círculo interno se escabulleron para cruzar la frontera y exiliarse en la India.
Desde entonces, el Dalái Lama no ha vuelto a pisar su país natal, mientras que la República Popular de China se ha negado a reconocer la autonomía de la región tibetana y la existencia de un gobierno tibetano fuera de sus fronteras. China ha mantenido una política de cero tolerancia con respecto al Dalái lama, y todo aquel que mantenga relaciones con su persona recibe una fuerte advertencia, desde figuras políticas hasta estrellas del espectáculo.
Gracias a los conflictos de la Guerra Fría y las fuertes tensiones entre la democracia occidental y el comunismo oriental, la postura del Dalái lama contra el gobierno chino fue aprovechada por la maquinaria propagandística de Estados Unidos. El gobierno americano vio en el Dalái lama la figura de un Gandhi tibetano que exhibía a los comunistas como un grupo opresor que violaba los derechos humanos de las minorías, a costa de un pueblo cuya forma de resistencia recaía sobre la no-violencia.
En el turbulento año de 1989, el Dalái Lama recibió el Premio Nobel de la Paz.
Ahora bien, ¿qué sucede con la sucesión?
El Dalái lama no es un rey o un emperador, con el poder de escoger a la persona que continuará su tarea sagrada en la Tierra. Esa labor le correspondea los altos lamas de la escuela Gelug. Cuando el Dalái lama muere, su espíritu reencarna en alguna parte del mundo, aunque históricamente se ha limitado a la región del Tibet. Estos lamas de sombrero amarillo deben averiguar dónde se encuentra el niño que alberga el espíritu de su líder. ¿Y cómo lo hacen? Pues a través de sueños o visiones.
El hombre más importante entre los altos lamas es el Panchen lama. Él es el encargado de confirmar que el niño señalado es la reencarnación del Dalái lama. Una vez localizado y evaluado, los monjes presentan al niño para ser aprobado por el gobierno como su nuevo dirigente de la Administración Central Tibetana. Al concluir este proceso, el pequeño Dalái lama es enviado con su familia a Lhasa para comenzar su estudio de los sūtras.
Pero hoy existe un problema considerable.
El Panchen lama de China
Así como el Panchen lama es localizado por el Dalái lama, el Dalái lama es el encargado de encontrar y seleccionar al Panchen lama. Tenzin Gyatso hizo lo propio en 1995 cuando nombró a un niño de 6 años como el 11er Panchen lama. Su nombre es (o era) Gedhun Choekyi Nyima. Unos días después de la selección, el gobierno chino secuestró al niño y lo puso bajo arresto domiciliario bajo el argumento de que solo el gobierno puede aprobar el nombramiento de un Panchen lama, no obstante el fundamento ateísta del partido comunista.
Y así fue. El gobierno chino nombró a su propio Panchen lama, un monje llamado Gyaincain Norbu, el cual no es reconocido por la mayor parte de los tibetanos. Este “falso” Panchen lama ha hecho un llamado a todos los monjes budistas para que se apeguen a los ideales del comunismo, y así no dejarse llevar por las tentaciones materiales del gran capital.
Protestas por el Panchen lama secuestrado
Ante la desaparición del auténtico Panchen lama y la imposición de un títere político, el gobierno chino ha privado a la escuela Gelug de una pieza clave para encontrar al 15to Dalái lama. Sin embargo, a sus 82 años de edad, el Dalái lama no parece estar muy preocupado. En algunas entrevistas ha dicho que él bien puede ser el último eslabón de su linaje, lo cual sería bienvenido. Declaraciones como esta han enfadado a no pocos de sus seguidores.
Pero el Dalái lama simplemente hace eco de las verdades nobles del budismo. Si el apego es la raíz de todo sufrimiento, y la causa de este apego es la conservación de la institución humana conocida como el Dalái lama, lo mejor es dejar que ésta perezca. El Dalái lama dice que toda institución creada por el hombre, por su naturaleza, está condenada a la extinción. ¿Por qué su título, creado en 1578, debería ser la excepción?
En otras entrevistas, el guru abrió la posibilidad de que su reencarnación podría darse fuera de las fronteras del Tibet o que incluso podría ser una mujer en su próxima vida. Por su parte, el gobierno de China ha aseverado que nunca permitirá que el próximo Dalái lama sea elegido fuera de sus fronteras. En su longevo conflicto con los tibetanos, al gobierno de Xi Jinping le conviene tener de su lado a un Dalái lama que respalde su ideal de un pueblo chino unido.
Vía | Noticias Televisa