El presidente de EEUU recalcó en rueda de prensa: “No sabemos mucho sobre ella, esperamos que funcione, de verdad, esperamos que funcione. (Pero) Se han saltado ciertos ensayos, y nosotros creemos que es importante atravesar todo el proceso”.
Con ese mensaje, Trump hizo eco del escepticismo que han expresado varios expertos sanitarios de su gobierno, incluido el principal epidemiólogo estadunidense, Anthony Fauci, sobre la vacuna que el pasado martes 11 anunció el presidente ruso, Vladimir Putin, llamada Spútnik V.
Ayer, el director de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, Francis Collins, comparó con una “ruleta rusa” la decisión de los desarrolladores de la vacuna en Rusia de saltarse lo que describió como “partes fundamentales” del proceso de aprobación.
Y este viernes Trump insistió en que los laboratorios estadunidenses también están “muy avanzados” en su desarrollo de la vacuna, y que anunciarán algo “en un futuro no muy distante”.
Recordó que Estados Unidos ya tiene “tres candidatas en ensayos clínicos de fase tres”, y en el momento en el que una de ellas se apruebe, dijo, ya estarán disponibles 100 millones de dosis para vacunar a los estadounidenses “antes de fin de año”, con el objetivo de producir “poco después” 500 millones más.
Trump anunció un acuerdo con la distribuidora médica McKesson para repartir rápidamente las vacunas una vez haya una candidata viable, dentro de la operación “Warp Speed” (velocidad máxima) que su gobierno ha emprendido para acelerar y coordinar el desarrollo de esas inmunizaciones contra el coronavirus.
Esta semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) recibió con cautela la noticia de que Rusia había registrado la primera vacuna del mundo contra el covid-19, señalando que ésta, como el resto, deberán seguir los trámites de precalificación y revisión que marca el organismo.
La vacuna rusa no figuraba entre las seis que, según señaló la OMS la semana pasada, estaban más avanzadas.
El organismo con sede en Ginebra había citado entre esas seis a tres candidatas a vacunas desarrolladas por laboratorios chinos, dos estadounidenses (de las farmacéuticas Pfizer y Moderna) y una británica, desarrollada por AstraZeneca en colaboración con la Universidad de Oxford.